La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

Elogio del miedo razonado

Ante la pesadilla que vivimos el miedo razonado, no el pánico, es un solidario mecanismo de supervivencia

El escritor inglés M. P. Shiel, urdidor del mito del Reino de Redonda, título que actualmente ostenta nuestro Javier Marías bautizando con él una estupenda editorial que nos ha ofrecido joyas de Charlotte Riddell, Vernon Lee, Thomas Hardy, Joseph Conrad, Stevenson y el extraordinario El significado de la traición de Rebecca West, publicó en 1901 la novela La nube púrpura. En ella, al regresar de una expedición al Polo Norte, un explorador descubre que la humanidad ha desaparecido.

En 1959 un gran guionista -suyos son los de Objetivo Birmania, Alma en suplicio o Cuando ruge la marabunta con las ardientes réplicas de Eleanor Parker a Charlton Heston- que hizo pinitos como director alcanzando el éxito popular con Desnuda frente al mundo de la Lollobrigida, escribió y dirigió una versión libre de la novela de Shiel titulada El mundo, la carne y el demonio: un minero que se había quedado atrapado descubre al salir a la superficie que es el único hombre vivo en un mundo desierto. La interpretaba el cantante Harry Belafonte quien, tras Carmen Jones, tuvo una breve carrera como actor. La vi con mi madre, siendo niño (mis padres, como se ve, tenían amplios criterios educativos), en el cine Roxy de Tánger. Nunca he olvidado las imágenes de Belafonte deambulando por una ciudad (creo que Nueva York) totalmente desierta. Quién me había de decir que 61 años después iba a ver esas imágenes en los informativos -Nueva York, Londres, París o Roma desiertas- y a vivirlas al salir a tirar la basura o hacer la compra y ver una Sevilla vacía en la que crecen yerbajos en algunas calles. Quizás como autodefensa creo que la mayoría no acaba de asumir la dimensión de la pesadilla que estamos viviendo.

También algo de El último hombre sobre la tierra -la adaptación de Soy leyenda de Matheson que interpretó el gran Vicent Price- tiene la fase del desconfinamiento: si hay algo peor que las calles desiertas son las repletas de irresponsables e insolidarios que desoyen todas las recomendaciones de las autoridades sanitarias. Éstos son los vampiros que contagiaban la epidemia en la película de Price. Sigamos manteniendo el sentido común que hasta ahora mayoritariamente hemos demostrado. El tan denostado miedo es también un mecanismo de supervivencia y defensa. Es más difícil el desconfinamiento que el confinamiento. Es lo que tiene la libertad: exige responsabilidad.

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