Resulta muy deprimente tener que andar a diario aclarando qué significa ese eslogan totémico para el beticismo que siempre fue el manque pierda. A colación de la incomprensible definición que un antiguo defensor de la idea como era Lorenzo Serra le daba el sábado en una peña, ha tenido que salir al quite Ángel Haro y eso debe cansar. Que a estas alturas de la vida y con el recorrido que tiene el concepto seguir aclarando cansa.

Personalmente me extrañó cómo se apeó Serra en marcha del tren del manque pierda cuando era un enamorado de esa filosofía de lealtad y fidelidad a una bandera. Y lo peor de todo es que el debate se eterniza por muchas explicaciones que se den y muchos desmentidos que salgan sobre el presunto conformismo que dicen encierra esa filosofía de vida. Y lo adobó el emblemático balear con la testificación de que no puede gustarle el grito porque se considera mal perdedor.

¿Alguno conoce a alguien que se autocalifique como buen perdedor? En mi ya larga vida jamás conocí a ningún buen perdedor, por lo que creo que es una especie terráquea inexistente. Nadie nacido de vientre de mujer disfruta en la derrota, absolutamente nadie, por lo que autocalificarse de mal perdedor es algo que todo humano firmaría. Sí hay quien se muestra más correcto en el fracaso que otros, pero eso no conlleva que la derrota haga que nadie se sienta a gusto, es cuestión de educación.

Dice Ángel Haro que el manque pierda bien debiera figurar como rótulo destacado en el estadio y digo yo que ¿por qué no lo hace? Los que profesan la fe verdiblanca son los herederos de una filosofía de vida y no estaría nada mal que así como en Anfield figura "nunca caminarás solo" o en el Camp Nou que el Barça es "más que un club", el Villamarín podría estar presidido por el manque pierda, sobre todo para no tener que explicarlo un día sí y al otro también, con lo que cansa.