Puntadas con hilo

María José Guzmán

mjguzman@grupojoly.com

Espadas y los riesgos

Un paso adelante debe ser firme; Sevilla no está en condición de permitir distracciones

Juan Espadas se deja querer. No es lo mismo que ofrecerse, hay matices. Pero que al alcalde le gustaría ser presidente de la Junta de Andalucía es algo que pocos cuestionan. Como tampoco hay duda de que ahora, quizás no antes, piensa que podría tener su oportunidad.

En política pocas cosas resultan previsibles, pero está claro que la situación para el socialista es muy complicada. Lo que pone en riesgo su aventura orgánica es la Alcaldía de Sevilla, que tiene su peso y, si los vientos no soplan en otra dirección, el PSOE puede revalidar sin esfuerzo. Eso si el alcaldable es el mismo; con otro sería distinto cantar porque está aún por diseñar. Y Espadas dejaría el vacío en el Ayuntamiento un año antes de las municipales.

Aunque el alcalde repita eso de que sus aspiraciones políticas no lastran en nada su dedicación a la ciudad, el choque de intereses es inevitable. A la oposición ya se lo ha puesto en bandeja, sobre todo, porque hay un antecedente reciente que él mismo criticó: el patinazo de su antecesor, Juan Ignacio Zoido, en cuyo fugaz hundimiento tuvieron algo que ver esas idas y venidas a Madrid y su ausencia en la ciudad.

Espadas estaría asumiendo otro riesgo, el de resbalar en la Junta. Por buen talante que luzca y por mucho que Sevilla tenga su importancia, Espadas no es una persona muy conocida ni dada al populismo, aunque en estos seis años que lleva en la carrera municipal ha hecho más de un máster en empatía.

Dice alguna mala lengua que lo conocen en Bruselas más que en Jaén. Y, aunque sólo sea un chiste, su propia condición de sevillano puede jugar también en contra en esta Andalucía de agravios y centralismo. Sevillano y poco conocido. No es buen cartel, más cuando no tiene el gancho personal de quien se presenta por ahora como la candidata con más ventajas: María Jesús Montero. Pero Espadas es en estos momentos el mejor colocado para esa carrera hacia San Telmo. Montero no quiere y Pedro Sánchez la requiere en Madrid. Y el resto de posibles aspirantes están descartados por la dirección desde finales de enero. Si el rival de Susana Díaz va a ser Espadas, es fundamental que Ferraz lo señale pronto.

El problema es que aún queda mandato, en teoría la mitad, y muchas cuestiones por solventar. Otra cosa es lo que ocurra, pues hay motivos para pensar en un adelanto electoral. En vista a las últimas convulsiones políticas en Murcia y Madrid, un partido que aspire a gobernar, más allá de las divisiones internas, debería plantearse con lógica ya su candidatura.

A Espadas le gusta la idea de saltar a la Junta, pero no creo que se encadene a ella. Muy prudente, sus respuestas van precedidas de un "si los andaluces lo quieren". Andaluces militantes socialistas. Su primera batalla va a ser interna y dura, pues no controla la estructura del partido. Pero lo primero es dar el paso adelante, firme. Públicamente no lo ha hecho. Retroceder no es bueno, se pierde credibilidad y eso no beneficia a nadie, ni al partido, nia Espadas ni a la ciudad que, tras la pandemia, no debería permitir distracciones de ningún tipo.

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