FALTA un mes para la reapertura del Hotel Colón, uno de los establecimientos hoteleros más emblemáticos de Sevilla. Vuelve el 3 de febrero, para rodarse en invierno con vistas a la primavera, y la cadena Meliá sube su categoría a cinco estrellas gran lujo. Y poniendo el restaurante El Burladero en manos de Dani García, el chef andaluz más laureado de los últimos años. Todo un cambio que depara expectativas acerca de cómo lo digerirá la clientela tradicional del Colón, sobre todo la taurina.

En la web de la compañía ya se pueden reservar habitaciones. Si elige en su búsqueda el 12 de abril, Domingo de Resurrección, verá que la más barata para dos personas sale a 315 euros. Para estar en la séptima y última planta, el top del lujo, hay que pagar más de 1.000 euros la noche. Cuando Meliá hace esta apuesta será porque confia en su capacidad internacional de atraer público a sus hoteles y en el encanto que le atribuye a Sevilla como ciudad que nadie debe dejar de conocer.

Con el retorno del Colón, el parque de cinco estrellas en Sevilla es muy notable (Alfonso XIII, Renacimiento, Casa Imperial, EME Fusión, Boticaria, Benazuza, Cortijo Soto Real) y el de cuatro estrellas también es potente, encabezado por el Al-Andalus, con las nueve suites diseñadas por Victorio & Lucchino, más los hoteles de las cadenas NH, AC, Novotel, Hesperia, Husa... La pregunta es inevitable: ¿Las prestaciones de Sevilla como ciudad y su dinamismo son de cinco estrellas o cuatro con pretensiones? ¿Genera Sevilla actividad y novedad para estar todo el año en la agenda de quienes no sólo tienen dinero sino que además se lo gastan?

Llega a su fin el periodo navideño y una vez más recuerdo que es una época a la que la ciudad no le saca partido por falta de imaginación y de inversión. La única novedad ha sido la apertura de Isla Mágica. Pensemos ya en la Navidad del 2009. Aunque sea difícil predecir cuántas conexiones aéreas le quedarán por entonces al aeropuerto de San Pablo.