Alto y claro

José Antonio Carrizosa

jacarrizosa@grupojoly.com

Expectativas

Muñoz corre el riesgo de convertirse en un pato cojo si no hay gestos inequívocos de apoyo por parte de Sánchez

La llegada de un nuevo alcalde despierta más expectativas que la llegada de un nuevo presidente autonómico o incluso nacional. O por lo menos las despierta más concretas, más al alcance de la mano del ciudadano. Ello demuestra que la municipal es la administración que está más cerca de los problemas que de verdad condicionan la vida de la gente y que, por lo tanto, es la que menos tendencia tiene, o debe tener, a perderse en elucubraciones ideológicas o a jugar con las estrategias partidistas. Es lo que está pasando estos días en Sevilla. La ciudad tiene la sensación de que con Antonio Muñoz está estrenando un tiempo nuevo. A pesar de que, por lógica, el alcalde tiene un componente continuista muy acusado con respecto al que nombró. Por si esto fuera poco, llega a mitad de mandato y con el riesgo cierto de convertirse en un pato cojo si su partido no cierra filas en torno a él y lo proclama abiertamente como el candidato que tendrá que defender la Alcaldía para las siglas del PSOE en 2023. Ese respaldo no debe venir por las proclamaciones de Juan Espadas, cuyo apoyo entusiasta se le supone, sino por un gesto de quien de verdad va a decidir las candidaturas de las capitales importantes cuando toque. Muñoz debe buscar cuanto antes un apoyo expreso de Pedro Sánchez. Y la mejor forma es una visita a la Moncloa en la que se pongan encima de le mesa las aspiraciones de Sevilla que sistemáticamente el Gobierno de la nación deja de atender.

Pero por lo pronto, en la generación de expectativas el nuevo alcalde sí está cumpliendo su papel. El que su primer gesto haya tenido que ver con la limpieza de la ciudad expresa una voluntad de tomarse en serio un problema que hasta ahora ha sido ninguneado por sus antecesores, aunque más allá de la creación de una superestructura administrativa lo que la gente espera es que Lipasam funcione y cumpla las misiones que tiene asignadas. También suena bien fijar el horizonte de 2029 como meta en la que Sevilla debe haber cumplido los grandes retos que tiene para su futuro más inmediato. Si algo sabemos en esta ciudad es el efecto casi mágico que tienen las fechas emblemáticas. El centenario de la Exposición Iberoamericana de 1929 es una excusa tan buena como cualquier otra para poner a la ciudad a trabajar. Abandonar siquiera parcialmente la imagen de gauche divine, que le va como anillo al dedo, y meterse de lleno en los problemas del día a día puede ser la mejor receta en estos meses iniciales. Porque de lo que no cabe duda es que Antonio Muñoz tiene muchas cosas por hacer y que de tiempo va más bien cortito.

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