La ciudad y los días

Carlos Colón

Gloria nazarena por Carlos Schlatter

SEGÚN una cronología capillita nací el año en que Ortega Bru esculpió el misterio de Santa Marta, el Cristo de la Clemencia salió en el paso del Calvario y José María del Rey Caballero fue pregonero; dos antes que se coronara la Amargura, se creara la Bolsa de Caridad del Gran Poder, Santiago Ramos compusiera Virgen de las Aguas y Bandarán bendijera la imagen de la Concepción del Silencio; tres antes de que desapareciera el Sábado de Gloria, procesionara por primera vez la Salud de San Gonzalo, estrenara paso el Señor de la Sentencia y su Madre de la Esperanza, dragón y candelería; y cuatro antes de que naciera la hermandad de Santa Genoveva, Rodríguez Buzón pusiera boca abajo y patas arriba el teatro San Fernando y empezara a emitirse Saeta, revista hablada de la Semana Santa.

Cosas todas importantes que se han ido haciendo historia de la Semana Santa al mismo paso que nosotros, los niños de los 50, nos hemos ido haciendo memoria. Oí Saeta de niño y la oí con mis hijos: toda una vida disfrutando de la presentación que cantaba Centeno, escribió Delgado Alba y terminaba con aquello de "…pero empecemos ya, porque pronto la primera estará en La Campana"; esperando el "Se dice" y el "Visto y oído en la pasada Semana Santa"; disfrutando de una Semana Santa evocada, dicha y contada por las voces de Chano Amador, Manolo Toro o José Manuel del Castillo con la dignidad que nuestras hermandades requieren.

Una parte de esa Semana Santa más nuestra murió cuando el programa Saeta fue insensatamente sacrificado. Era el más antiguo dedicado a la Semana Santa, el más veterano de la radio sevillana y tal vez hasta el más longevo de la radio española. Y desapareció -paradojas sevillanas- en pleno auge de la información cofrade de la que ella había sido pionera y cuando más falta hacía como referente del trato que la Semana Santa y las hermandades sevillanas exigen.

El día en que murió Saeta -como se escribió en este periódico al dar noticia de su fallecimiento- empezó verdaderamente a morirse su creador, Carlos Schlatter, para quien era la niña de su corazón y de sus oídos. En estos días se ha consumado la muerte de quien mimó su Saeta en todas las etapas de Radio Vida, desde los primeros y rudimentarios estudios de la casa de los jesuitas de Trajano y el jardín de Portaceli hasta las modernas instalaciones de calle Vírgenes y Rioja. Mucho le debemos quienes tenemos casi los mismos años que su programa. Mucho le deben las hermandades y la Semana Santa. Quien siempre tiene la última palabra se lo habrá pagado. Que haya santa gloria nazarena de carey y plata.

Tags

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios