Alo largo del día de ayer le fueron dando gürtelazos al PP hasta dejarlo, si no K.O., al menos contra las cuerdas. Es tradición democrática española ganar las elecciones más por demérito del contrincante que por méritos propios. Como el grueso de los votos está bastante asegurado en nuestro sistema de bipartidismo práctico, se disputan los de quienes votarán lo que menos asquito de estómago les dé. Ayer, hoy, mañana y durante muchos días más, dada la magnitud del escándalo, Zapatero ganará algún voto indeciso en las encuestas gracias al gürtelazo. A primera hora de la tarde de ayer todos los titulares digitales eran concluyentes: "El sumario sostiene 'sin dudas' que Luis Bárcenas cobró 1,3 millones. El Gobierno de Aguirre vulneró todas las normas de contratación a favor de Correa, según el sumario" (El País); "La policía confirmó al juez que el tesorero del PP cobró sobornos de la trama Gürtel"; (El Mundo); "No hay opción: LB es Luis Bárcenas. Testimonios policiales en el sumario del 'caso Gürtel' aluden a la implicación del ex tesorero del PP" (Abc); "Rajoy promete que no consentirá actuaciones 'impresentables'. El PSOE cree que Gürtel quebrará las expectativas electorales del PP" (La Razón); "El juez impone a Correa y a Crespo 85 millones de fianza. La instrucción desvela que cargos públicos han recibido hasta 2,8 millones de euros de la trama" (nosotros y todas las cabeceras del Grupo Joly).

A lo que, desde el PP, replicaba Cospedal: "El partido de Roldán no puede dar lecciones". Lo suyo y lo de otros políticos del PP es una forma de replicar "¡los tuyos!" en esta carrera por ver quién es el peor, nunca el mejor, o quien tiene las manos menos sucias, no más limpias. Haciéndole eco, los medios afines al PP tronaban ayer recordando los gravísimos escándalos relacionados con la corrupción y el terrorismo de Estado que derribaron a González y tanto comprometieron al PSOE. Es cierto que aquellos escándalos fueron más graves que los que, al menos de momento, sacuden al PP. Pero sacarlos ahora a relucir, en vez de limpiar la casa propia, es insistir en esa política tabernaria de "¡los tuyos!" que en España practican todos por igual, demostrándose que el virus hispánico que les une es más fuerte que las ideologías (cada vez más débiles) y los intereses (cada vez más fuertes y menos públicos) que los unen.

No se merecen los ciudadanos españoles que esta débil clase política les gobierne o aspire a hacerlo. Se comprende que en la última encuesta los políticos sigan siendo, tras el paro y la crisis económica, su tercera causa de preocupación.