Cuchillo sin filo

Francisco Correal

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La Habana es Cádiz con más negritos

El director de la Academia de la Lengua ha sido más Muñoz que Machado

Estoyguarnío de tanto guachisnái. Es decir, estoy cansado en exceso de tanta persona vulgar. Guarnío y Guachisnái son dos de los vocablos que aparecen en El habla de Cádiz, libro del que es autor Pedro Payán Sotomayor, catedrático de Literatura que en 1993 fue pregonero del Carnaval de Cádiz. Hasta el rey Felipe VI se ha hecho gadita. "Gaditano castizo, popular, amante de las cosas de su tierra". Qué diferente ese viaje en los Episodios Nacionales de Galdós desde Gerona a Cádiz. El Congreso de la Lengua Española ha sido como una prolongación de la Cumbre Iberoamericana celebrada en Santo Domingo. La Habana es Cádiz con más negritos, Cádiz es La Habana con más salero, decían Carlos Cano y Antonio Burgos en el pregón que pronunciaron al alimón. Y a San Juan de Puerto Rico en el siglo XIX la llamaban Cádiz la chica.

El gaditano Celestino Mutis viajó a Nueva Granada (el nombre virreinal de Colombia) para hacer un inventario de su flora. Y el colombiano Álvaro Mutis, el lector de los textos de García Márquez, viajó desde su Colombia natal hasta Cádiz en busca de sus ancestros, por si Ilona llegaba con la lluvia. Lo dice Hugh Thomas en El señor del mundo, su fascinante biografía de Felipe II: el mestizaje es el principal legado que dejaron los españoles que llegaron a América. Y el idioma, antídoto contra destierros y exilios en el emotivo testimonio del nicaragüense Sergio Ramírez, que vio cómo la Revolución acaba con los revolucionarios.

El idioma del Papa de Roma, el argentino Bergoglio, y del Nobel de Arequipa, Mario Vargas Llosa, los dos nacidos en 1936. Un idioma que goza del mayor de los prestigios en el mundo menos en su propia fuente nutricia, como el itsmo de la península de nuestras lecciones de geografía. En Cataluña lo consideran la lengua del imperio, cuando no del demonio. El mismo día que mil médicos catalanes invitaron a sus pacientes a enfermar sólo en catalán y que varios municipios gerundenses firmaban un pacto para estar 21 días hablando sólo en la lengua de Pompeu Fabra, le entregan a Pau Gasol el dorsal de leyenda de Los Angeles Lakers y se dirige en el idioma de Lope y Quevedo a la comunidad hispana desde el centro de California, nombre que viene del Amadis de Gaula.

El lenguaje inclusivo ha empobrecido la lengua. Es reiterativo y redundante. Apena oír en una entrevista al director de la Academia de la Lengua hablar de "ciudadanos y ciudadanas", dicho con el mayor respeto a la ingente labor de este cordobés de los Pedroches que ha ejercido más de Muñoz que de Machado. La a, símbolo de lo femenino, es la primera letra del abecedario y la primera palabra del diccionario; la primera vocal y la primera proposición. La o, símbolo de lo masculino, es conjunción disyuntiva, ni siquiera copula, y si va entre números le ponen la boina de una tilde átona, pobre vocal dubitativa y pusilánime. ¿No es prueba suficiente de la mendacidad de la inclusión en una lengua que además es materna? Y el sábado, Cádiz-Sevilla en el Nuevo Mirandilla (viejo Carranza). Empatados a puntos con el Valladolid, patria del español de Delibes. Decía Manuel Alvar que el español fue hegemónico en América porque llegó allí, en los barcos, el habla de Sevilla, no de Valladolid.

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