COMPETENCIA desleal es algo que existe en nuestro fútbol desde que el balón echó a rodar. De siempre se compitió deslealmente con la premisa única e intransferible de que el fin justifica los medios. José Antonio Bosch, el hombre que ha impuesto coherencia en la vida del Real Betis Balompié, dejó varias perlas en su comparecencia de ayer y la más rutilante es la afirmación de que la competencia desleal reina en nuestro fútbol.

Tiene razón el hombre que está intentando, con éxito por el momento, revalorizar el paquete accionarial de Manuel Ruiz de Lopera. Hay demasiada publicidad institucional en las camisetas de nuestro fútbol y sin la pretensión de caer en demagogia, chirría una barbaridad que se siga subvencionando al fútbol mientras los recortes sociales van in crescendo. No quiso dar nombres Bosch, pero todos sabemos cómo se anuncian televisiones públicas, aeropuertos y demás.

Fue tajante también al afirmar que Pozuelo no jugará nunca más en el Betis. Lo argumenta en la sencilla razón de que si el trianero no quiere seguir en el club que, según decía, era el suyo, cómo va a querer el Betis que continúe. Otra cosa muy distinta es que vaya a irse de rositas, pero esos son otros lópeces en los que tampoco Bosch se mostró demasiado explícito. Y la verdad es que se trata de un asunto doloroso y que pone en tenguerengue la filosofía canterana que se pregona.

Cuestión que llamó la atención de dicha comparecencia es la autoridad moral que mostró Bosch al recalcar la seriedad del Betis en sus pagos. Y ya que puede pagar poco, el Betis debe basar su credibilidad en la puntualidad de sus pagos. Por ahí, y basado en el boca a boca entre futbolistas de los más variopintos vestuarios, es por donde el club puede lanzar el señuelo que le dé cierto atractivo ante los jugadores. Habló Bosch desde su proverbial frialdad y lo cierto es que convence.