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Hermanas

La igualdad se conquista desde la voluntad de las cabezas. La hermandad como la mayor de las inteligencias

Hacen bien quienes discuten la debilidad jurídica del "yo sí te creo". Por ser mujer no dices siempre la verdad pero, digo yo, tampoco lo contrario, como algunas sentencias parecen haber apuntado. No somos tan lerdas, cuando reclamamos ser la mitad del mundo, como para ignorar que en esa mitad cabe de todo, las listas y las tontas, las honestas y las perversas. Pero del grito de guerra de aquel 8-M de hace ahora tres años, siendo tan importante esa muestra de confianza y apoyo, me quedo, si me lo permiten, con la primera palabra: hermanas. Ese clamor (menos artístico que la performance de las chilenas Las Tesis, pero igual de emocionante) rompió las costuras de todas las convocatorias del Día de la Mujer. Una multitud de mujeres, algunas jovencísimas, deshicieron la tradición de las antiguas cabeceras -alguna no exenta de pugna- las fotos de las célebres, las pancartas. Es posible que fuera la incomprensión ante la primera sentencia contra los condenados de la Manada pero, tras esa indignación, como el que abre una puerta hasta entonces entornada, la calle salió reclamando otro orden, en las leyes, sí, en las medidas laborales contra la discriminación, claro, en la representación social, aunque algunos no se den por enterados, en la Historia y sus olvidadas, ya te digo, pero sobre todo un orden diferente en las conciencias, aquellas que habitan las calles, las oficinas y hasta las camas.

Hermanas. La igualdad es el destino y los caminos, como siempre, pueden ser diversos. Insisto en que somos tantas que resultaría grotesco que fuéramos idénticas. Y ni siquiera es un asunto que nos concierna sólo a nosotras. ¿Hemos olvidado que la convivencia entre sexos (cualesquiera) género (como se quiera) es cosa de todos? La violencia contra las mujeres sólo termina cuando los hombres se quitan el papel de verdugos o de cómplices. Los roles nos han hecho infelices a todos aunque algunos gozaran de evidentes privilegios, aunque dé tanto vértigo desajustar el mundo y sus costumbres. Ya dijo Goethe, que escribía tan bien y -confesión suya- amaba tan mal, que prefería "la injusticia al desorden". Hermanas. Sororidad. ¿Saben que esta expresión que popularizó la activista mexicana Marcela Lagarde, viene de más atrás? Es un personaje de la Tía Tula de Unamuno (ya ven) quien reclama que las mujeres deberían ser hermanas y, ya que fraternal viene del latín frater, no vendría mal usar la hapoplogía sóror, que además es heredera del indoeuropeo. El feminismo es un movimiento emancipador que afecta al corazón mismo de la organización del mundo. Del poder en su esencia. Por eso no habita en los genitales ni se derroca solamente con leyes, aun la realidad y pertinencia de unos y otras. La igualdad se conquista desde la voluntad de las cabezas. La hermandad como la mayor de las inteligencias.

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