EL cartel del próximo 28 de febrero en Antequera tiene varios alicientes que comentaron ayer, en rueda de prensa, los dos toreros, la empresa y dos representantes del Ayuntamiento antequerano. Independientemente de que cualquier aficionado tenga su combinación preferida, lo más atractivo del mano a mano entre Pepe Luis y Morante es su inconmensurable veta artística y, desde el punto de vista empresarial, su gran dosis imaginativa, saltándose a la torera el habitual y adocenado sota, caballo y rey. Dorado, empresario atípico, afirmaba ayer que no es un cartel para darlo más allá de Despeñaperros hacia arriba, parafraseando a Guerrita, quien llegó a afirmar: "De Despeñaperros para abajo se torea y de Despeñaperros para arriba se trabaja".

No estoy de acuerdo. Ambos son de los pocos toreros que han puesto en pie, con un capotazo o un muletazo, al exigente público de Madrid. Eso es evidente, como el que el empresario se ha cobrado una estocada en la yema al apostar por dos artistas de culto y cuyos partidarios tienen más de fieles que de seguidores. Dos toreros en un mano a mano, en el corazón de Andalucía, que representan en gran medida un latir torero, con el arte por bandera, y del que las cámaras de televisión deberían ser testigo para que lo degustaran el mayor número de personas en el día grande de Andalucía.