Tribuna Económica

Rogelio / Velasco

Independentismo y mercado

AUNQUE parezca paradójico, el propio proceso de integración política que representa la UE constituye uno de los elementos más importantes que está dando alas a los movimientos independentistas.

No ha sido así a lo largo de la historia. Al contrario, las naciones pequeñas han elegido, en general, la vía de la integración política y económica en entidades de mayor tamaño porque de esta forma accedían a sus mercados para exportar. En el caso de España, Cataluña, primero, y el País Vasco, más tarde, consiguieron del gobierno central el establecimiento de políticas industriales proteccionistas para proteger los sectores textil y siderúrgico. En este último caso, incluía también la protección al carbón de Asturias, que dos siglos más tarde seguimos protegiendo.

La creación de un mercado común sin aranceles permite hoy a las pequeñas naciones optar por la independencia económicamente viable, si con posterioridad a la separación se integra en esa área más amplia que es el mercado común. Esta idea subyace en algunos movimientos separatistas en Europa. La Liga Norte italiana desea hacer desaparecer las transferencias al sur de Italia. En Cataluña hacen números acerca de lo que se ahorrarían si consiguiesen la independencia, etc. No obstante, la ecuación que liga el separatismo con el acceso a un mercado de mayor tamaño, no se cumple si la nacionalidad en cuestión recibe transferencias netas de los restantes territorios. Sería el caso de Galicia, cuya independencia representaría un enorme coste para sus ciudadanos.

Pero esa presión independentista puede volverse en contra de aquellos que la alientan. Estos días, con motivo de la adjudicación en la subasta celebrada por la antigua Caixa Cataluña al BBVA, hemos conocido el resultado de una encuesta a los clientes de la antigua caja de ahorros. Más de un 30% dejarían de ser clientes si la palabra Catalunya desapareciese del nombre de la entidad.

En el medio plazo, el BBVA será capaz de hacer rentable a la entidad -que se encuentra en una situación catastrófica- pero de manera inmediata, tendrá que hacer frente a unos costes de reestructuración muy elevados que serán asumidos, en gran parte, por este banco con sede fuera de Cataluña ¿Preferirían los clientes de la entidad que solo los contribuyentes catalanes asumieran el coste?

Hay otros casos larvados, y de mayor alcance, que se identifican con las entidades catalanas que se han expandido por el resto de España. Tanto La Caixa como el Banco Sabadell se han convertido en entidades líderes en varias regiones. Temiendo que lo que se está alentando desde Cataluña se repita en el resto de España contra ellos, han adoptado una estrategia mixta, uniendo su nombre original en catalán a la de las entidades españolas que han absorbido.

No puede afirmarse que estas entidades estén sufriendo la misma animadversión contra ellas que muchas empresas y entidades españolas están padeciendo en Cataluña, como consecuencia de las políticas alentadas desde la Generalitat. Pero no puede descartarse ningún escenario en el futuro.

En Cataluña están recogiendo lo que han estado sembrando. Es una especie de suicidio económico. Pero como Eric Hobsbawm nos enseñó, los pueblos son los únicos responsables de sus propios errores históricos.

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