María José Guzmán

Juan Espadas, el equilibrista

Puntadas con hilo

El socialista no negó que aspire a presidir la Junta, tampoco que lo haga de nuevo como alcaldable

21 de enero 2020 - 06:00

El calificativo es suyo, así se definió en una entrevista de campaña electoral el pasado mayo cuando le preguntaron si era más de Susana Díaz que de Pedro Sánchez. Y el alcalde fue claro: “No hay que ser amigo de uno para ser enemigo del otro”. Y celebró que, gracias a sus dotes como equilibrista, su cabeza no había rodado por posicionarse al lado de uno u otro. Encaja en el perfil prudente, dialogador y de consenso que, tras cuatro años de gobierno al frente del Ayuntamiento de Sevilla en minoría, convirtió en una marca propia. En un título que le valió para revalidar la Alcaldía y para gobernar en solitario, sin apoyos, sin complejos, incluso un poco envalentonado. Un punto de bravuconería que empezó a definir ya a un Espadas que poco tenía que ver con aquel alcaldable de 2011 que cuestionaban en su partido y caminaba con gafas de sol por el centro.

La pasada semana sorprendió en Madrid al no negar categóricamente que aspire a presidir la Junta de Andalucía, haciendo frente con ello a quien apostó con rotundidad por él cuando pocos daban un duro por un técnico, más que político, que se enfrentaba a un rival populista con tablas y aventajado. En más de una ocasión Espadas ha mostrado su gratitud hacia su secretaria general y se ha puesto de su lado en los buenos y los malos tiempos. En mayo aseguró que el respaldo orgánico a ella era absoluto y, haciendo gala de su talante, apostó por buscar un liderazgo compartido. ¿Y ahora? ¿Cómo de mal habrá sentado a Susana Díaz eso de “estoy para lo que mis compañeros decidan”?

La fórmula con la que respondió cuando le preguntaron por las futuras primarias en el PSOE es vieja, sirve para evitar comprometerse, pero también para dejar la puerta abierta. Y mientras tanto se deja querer, por unos y por otros. Y eso tampoco es nuevo. En su investidura ya estuvo arropado por María Jesús Montero y un séquito de sanchistas. Los mismos y otros más que asistieron al citado foro de Madrid donde abrió la espita de la sucesión y que se encargaron de explicar que la ministra sevillana, con la que su relación es magnífica, fue la primera en confirmar su asistencia, pero que obligaciones de última hora en la Moncloa le impidieron estar presente. Él no es amante de llevar corte municipal, pero acudieron dos ediles: una susanista y otro sanchista. Dicen que esas tensiones nunca se han notado en la Plaza Nueva.

La carrera en el PSOE andaluz se ha puesto interesante. El perfil orgánico de Espadas ha ganado peso. Se mueve con habilidad y quizás haya adelantado otra jugada. La pasada semana en Madrid no negó categóricamente su aspiración a la Junta, pero tampoco que opte de nuevo a su reelección como alcalde. Ya no se le ha escuchado más decir eso de que éste es su último mandato. Muchos en su entorno le advirtieron del error de haber anunciado una decisión innecesaria a esas alturas. El otro día sí dijo que hay que revisar los objetivos cuando llegue el final del mandato. Dicen que él no es hombre de dejar las cosas sin concluir y el tiempo corre deprisa... Ahora dice que hay alcalde para rato. De momento, guarda bien el equilibrio.

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