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Tomás García

Justa y Rufina en la Catedral

La iconografía de las santas mártires y patronas de Sevilla se halla muy extendida por la ciudad

09 de septiembre 2023 - 01:00

Cuenta la tradición que Justa y Rufina eran dos hermanas alfareras que vivieron en el siglo III en Híspalis, gran metrópoli de Hispania en dicha época. En una fiesta pagana de las Adonías, tuvieron un altercado callejero con los participantes de una procesión en honor a la diosa babilónica Salambó y, como consecuencia, fueron arrestadas por las autoridades romanas. Justa moriría en prisión por hambre y tormento, y Rufina sería degollada más tarde tras amansar a un león en el anfiteatro hispalense. Las primeras fuentes escritas corresponden a los martirologios Jeronimiano, de Adón de Viena y de Usuardo, apareciendo en textos visigodos e islámicos.

La iconografía de las santas mártires y patronas de Sevilla se halla muy extendida por la ciudad, en cuya catedral existen representaciones artísticas que vamos a describir por orden cronológico. Las más antiguas corresponden a las risueñas imágenes moldeadas en barro cocido por Lorenzo Mercadante de Bretaña en la segunda mitad del siglo XV, las cuales podemos contemplar a los lados de la Portada del Bautismo en la Avenida de la Constitución. Siglo XVI: Jorge Fernández Alemán talla hacia 1515 un relieve para el banco del prodigioso retablo mayor donde figuran las alfareras y una vista de la urbe; a mediados de la centuria, Hernando de Esturmio compone un óleo sobre tabla que se conserva en la Capilla de los Evangelistas, situada cerca de la Puerta de Palos; una década después, Luis de Vargas plasma una novedosa pintura en la cara norte de la Giralda, sostenida ésta por las hermanas atendiendo a la leyenda que narraba su intercesión milagrosa para evitar la caída de la torre durante el terremoto de 1504, modelo a seguir por muchos artistas posteriores; Diego de Pesquera labra a finales de la centuria las imágenes marmóreas que ocupan sendas hornacinas en el muro del presbiterio de la Capilla Real. Siglo XVII: Miguel de Esquivel pinta en 1620 para el Altar de Santa Bárbara un bello lienzo que hoy se exhibe en el pabellón catedralicio; Murillo crea en 1668 tiernos tondos de Justa y Rufina que reposan en la Sala Capitular, y Juan Bautista León elabora en 1685 la preciosa vidriera que preside la Capilla del Bautismo. Las admirables esculturas procedentes de la Iglesia del Salvador que relucen en un altar a la derecha de la Puerta de la Campanilla surgen en 1728 de las manos del imaginero Pedro Duque Cornejo y procesionan los jueves de Corpus Christi por las calles sevillanas. Finalmente, la composición de Francisco de Goya en 1817 para la Sacristía de los Cálices nos maravilla y nos muestra su sensibilidad y estilo propio.

Estas obras maestras forman parte del grandioso patrimonio histórico-artístico que alberga la magna catedral hispalense, la cual debería acercarse a propios y extraños con mayor vehemencia. Su conjunto arquitectónico, sus pinturas y esculturas, sus luces y sus sombras son fuentes de misterios insondables y de sentimientos que reflejan la dilatada historia de Sevilla.

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