En los medios

Luis / Nieto

Litri, un gran rey del valor

UNA de las imágenes más impresionantes que conservo es la de un veterano torero de pelo cano bajo el sol abrasador en una plaza de Castilla. Era un festival. Aquel torero se echó de rodillas en los medios y citó al toro, que desde las tablas al platillo fue creciendo, creciendo y creciendo hasta llegar a tapar al hombre, que se emergió como milagrosamente tras burlar los pitones del animal con el juego de su muñeca para continuar dando muletazos con el ansia de triunfo de un chaval, canino, que se inicia en el toreo. Era Litri, padre, en una de sus apariciones esporádicas en público, tras muchos años de su retirada. A partir de ahí, el resto de los diestros no contaron para un público que jaleaba aquel desafío.

A nadie se le escapa que ese valor natural del maestro onubense nacía en su cabeza y brotaba en su corazón para estallar en una casta indómita, no exenta de improvisación. Porque no hay que olvidar que esa espontaneidad fue también otra de las armas de quien inventó el litrazo, un pase con la muleta semiescondida, que dio por primera vez en Cádiz, allá por 1949, y que el propio maestro nos explica que "nació cuando estaba brindando con la muleta en la mano derecha, se arrancó el toro y cuando lo tenía prácticamente encima me lo quité con un natural".

Hoy, patrocinado por el Hotel Colón, varios de sus compañeros y un grupo de aficionados se reúnen para homenajear sus sesenta años de alternativa y revivir una tauromaquia marcada por la sinceridad ante el toro. Un merecidísimo homenaje a uno de los grandes monarcas del valor: Miguel Báez Espínola, Litri.

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