Maravilla de luz cuando la noche demora su llegada, como una paleta luminosa en la que los colores se empastelan así que, cerca de las nueve la noche no termina de llegar y el sol emigra perezoso hacia la cornisa. Si la luz de otoño mueve a la nostalgia, luciendo amortiguada, como con sordina, ésta de arranque primaveral mueve al optimismo, a las ganas de vivir y a que la noche se demore. Todo lo contrario de cuando las sombras nos llegaban como cómplices para una vida más auténtica, mejor, como compañera necesaria para que las cosas fuesen como queríamos, ¿verdad que sí? Y esa noche que llegaba tan pronto, ahora tiende a la demora, como queriendo que sigas embelesado en esa paleta multicolor que sirve de salvapantalla para el cielo de Sevilla. Tardes largas, fantásticas y que, como todo lo bueno, se hacen breves, demasiado breves.