Sueños esféricos
Juan Antonio Solís
Un segundo que encapsuló un trienio de incompetencia
Tras la Catedral y el Salvador, la Magdalena. Por lo menos sin restricción del culto y sin necesidad de enseñar el carné de identidad para entrar (recuerden que en el Salvador, donde sólo se celebra una misa diaria, hay que acreditarse como nativo para acceder durante las horas de visita cultural, que son todas menos una al día). Lo que en la Magdalena se ofrecerá es un show nocturno que podría definirse como espectáculo de luz y sonido.
Se trata de una coproducción entre la parroquia y la empresa Engranajes Culturales, en cuya web puede leerse: "La Real Parroquia de Santa María Magdalena en colaboración y bajo la producción de Engranajes Culturales han diseñado una experiencia nocturna, única y original, en uno de los templos barrocos más importantes de la ciudad. Un viaje apasionante en el que arquitectura, pintura, escultura y artes suntuarias se dan la mano, gracias a una iluminación diseñada específicamente, para descubrir las fascinantes historias de este templo, de la Orden Dominica, del convento de San Pablo el Real, de la Inquisición española, de la evangelización de América… Con la caída del sol, la iglesia de la Magdalena se va quedando en penumbra, para recibirnos hemos diseñado un juego de luces muy especial. Durante el recorrido se irán accionando diferentes tipos de iluminación, en diferentes zonas del edificio, para ayudarnos a captar la esencia del templo y nos irá desvelando sus secretos mejor guardados, sus personajes más ilustres, sus obras de arte más sorprendentes, para entender así uno de los espacios simbólicos más impresionantes de España".
La Magdalena abre muchas horas al día. Los sevillanos y los turistas pueden visitarla sin identificarse (los primeros) y gratis (los segundos). Para tener noticia de sus tesoros artísticos existen las guías, en estos tiempos a tiro de móvil. Luego de lo que trata es de ofrecer un espectáculo ("una experiencia nocturna, única y original") por la cantidad de 13 euros, lo que convierte el templo en un recinto al que se accede previo pago para presenciar un show autorizado para todos los públicos (aunque, informa la empresa, "no recomendado para menores de 10 años").
Parezca mal o bien esta iniciativa, estos son datos objetivos y por lo tanto información, no opinión. Esta, en mi caso, es que la Iglesia está llevando a cabo una singular auto desamortización cultural a tiempo parcial.
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