La ventana

Luis Carlos Peris

Majestad, se dice currelar; currar es otra cosa

TENÍA que ser así, no podía ser de otra manera que en esta sociedad nuestra, tan aficionada a la igualdad por abajo, hasta el Rey hablase inadecuadamente. Es moneda de uso corriente el chaparrón de faltas de ortografía en cada escrito con el adobo de esa manera sincopada de escribir en los mensajes SMS y nada nos sorprende ya, pero sí da una mala sensación que nada menos que Su Majestad emplee irregularmente el habla cervantina. Ha sido en el reciente viaje a Moscú en el que el Rey ha dicho que "cualquiera estaría aún de baja con mi lesión y yo tengo que currar". Currar, horrible palabro que ha sustituido al de currelar, que así es como era conocido el bíblico castigo del trabajo, hoy bendición al alcance de unos pocos. Currar, sin embargo, significaba aprovecharse del amigo para sacarle de gañote la copa o la cena, concepto que hoy se amplía para los que tienen visa de empresa como algunos que me sé.

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