Parece que la suerte de medidas restrictivas puesta en escena por los diversos mandarinatos que rigen a este desgraciado pueblo es como matar moscas a cañonazos. A las víctimas por el bichito cabrón habrá que añadir la larga lista de damnificados que dejará todo esto. Muertos por el virus a los que habrá que añadir la muerte civil de una inmensa cantidad de personas, morir por la pandemia o morir de hambre es el panorama que se nos pone por delante. Muerto el perro se acaba la rabia, eso siempre queda claro, pero pienso que podría caber una medida intermedia, algo que compatibilizase salud y economía, ya que el día después de todo esto, si es que lo hay, se nos presenta como una tragedia sin solución. Mascarilla, distancia mínima, responsabilidad deberían ser los cauces que contuvieran las conductas individuales, pero estas reclusiones condenan a mucha gente.
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