Las dos orillas
José Joaquín León
Noticia de Extremadura
En la imparable carrera hacia la consolidación de una sociedad boba siempre aparecen nuevos hitos que superan a los anteriores: de la estupidez de lo políticamente correcto en sus múltiples manifestaciones a la cobardía del vamos a evitar problemas con la nueva inquisición que es el marco mental de la izquierda extrema, pasando por las fiestas de la infancia como alternativa a las primeras comuniones. El otro día ocurrió que unos señores se citaron con el responsable de la redecoración de una caseta de Feria. Los socios le pidieron un cambio de imagen de la barra del bar y de toda esa trastienda donde, en ocasiones, se echan buenos ratos si no te lo impide la cola de los que aguardan para entrar en el servicio. Optaron por la opción de diseñar una barra como si fueran las tablas de una plaza de toros con sus burladeros y sus líneas blancas sobre el rojo dominante. “¿Están ustedes seguros? Es que llevo la tira de encargos y la gente no quiere ese modelo. Usted sabe... para evitar problemas”.
Nos hemos vuelto definitivamente merluzos como consecuencia de sentirnos inferiores y acomplejados. Si en la Feria de Sevilla hay miedo a apostar por el ambiente taurino en las casetas, echa las lonas, todos a casa montados en la lanzadera de Tussam hasta el Prado y mañana ya estamos en la playa. Ya sufrimos esa cobardía cuando la Cruz Roja renunció al festejo del 12 de octubre, inteligentemente salvado gracias a los festivales de las hermandades. La Cruz Roja consideró sucio el dinero obtenido por una corrida de toros. ¿Y el que se recauda por las almohadillas está limpio, señores de la entidad? La Fiesta necesita más cariño que nunca y más toreros que triunfen en el ruedo y den la campanada que nunca, esas faenas que hacen afición. Sobran advenedizos, crónicas rosas y mangantes de callejón. La Fiesta tiene que ser explicada sin complejos desde todas las perspectivas que la han hecho única y grande: desde la literatura hasta el arte, pasando por el cine, la televisión y el periodismo.
No podemos ser tan idiotas de perder un patrimonio único, de que se nos hurten espacios de libertad desde el odio y el prejuicio, de vernos privados de costumbres, usos y formas de concebir la vida porque unos señores quieren sencillamente destrozar, condicionar e imponer un modelo excluyente en parcelas como el lenguaje, las leyes, el ocio, la alimentación y las propias relaciones entre las personas. Si el público de la Feria, supuestamente partidario de la fiesta, tiene miedo a reacciones en contra de una mera decoración taurina en la caseta, nos estamos equivocando con gravedad. Decoremos con libertad.
También te puede interesar
Lo último