La lluvia en Sevilla

Obras completas

"Cuando acaben Sevilla va a quedar preciosa" es un chascarrillo vecinal discutible

Cuando acaben Sevilla va a quedar preciosa" es un chascarrillo vecinal discutible. No sé yo si Sevilla va a quedar más hermosa y habitable después de tanta obra. No me refiero -no sólo- al mogollón de arreglos de calzadas, aceras y yo no qué sé que más, que jalonan nuestros itinerarios (mi sobrino de tres años está obsesionado con las grúas y las excavadoras, así que me voy fijando en esos trastos para poder mantener con él conversaciones interesantes). No me escucharán quejarme por una mejora de la vía pública, siempre que sea realmente una mejora en la vida de todos, que no suponga desatender los lugares más necesitados por invertir en zonas turísticas o empresariales, y que no falsifique, desarbole ni procure la gentrificación del lugar donde se ejecuta.

Me refiero además a cuantas obras de remodelación de edificios emblemáticos hay ahora mismo en Sevilla para convertirlos en exclusivos hoteles -ayer leíamos a Carlos Colón meditar sobre ello-, restaurantes y cadenas de tiendas que, según nos cuentan, traerán prosperidad a las gentes de Sevilla, pero que (según yo lo veo) hacen que los sevillanos y sevillanas dejen de ser dueñas de los negocios para convertirse en empleadas de los mismos. En ese cambio, perdemos. No hace más que ver que la mutación de los establecimientos del tramo de San Jacinto desde que se peatonalizó, o la barrabasada que, por el artículo 33, han intentado perpetrar en la antigua Joyería Ruiz. Ancha es Castilla, y larga Sierpes. Vamos a sumarle a eso cada vivienda particular de la que, después de hacerle una obra, se han sacado tres apartamentos, y los vecinos han sido reemplazados por visitantes que pasan tres días en Sevilla, y que enseguida les voy a confiar yo la llave de mi casa para que me rieguen las macetas si me marcho, ni les va a tocar fregar la escalera.

A quienes recordamos esas cosas, pronto se nos acusa de vivir de espaldas al futuro. Hombre, no. De una Sevilla del futuro desprovista de nuestros modos de vida en común o con un centro histórico adecentadísimo pero sin vecinos y usado como fotocol para instagrammers, por supuesto. A una Sevilla del futuro donde disfrutemos de cuantos bienes comunes, materiales e inmateriales, nos legaron nuestros antepasados, con un urbanismo que sostenga la convivencia, con la naturaleza presente en calles, plazas, espadañas, parques, patios y azoteas, con fuentes misericordiosas, habitables para las y los chaveas, amable, vertebrada, bien conectada con transportes públicos, sin brechas abismales de servicios y estructuras entre sus barrios, a ésa, la miro de frente. Obras son amores, si son para ello.

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