La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

Oración al Señor de la Borriquita

La Semana Santa es un sueño hecho realidad y un recuerdo revivido, y una realidad hecha de sueños y recuerdos

Estamos hechos de la misma materia que los sueños”, escribió Shakespeare. Algunos viviremos como un sueño y un recuerdo hechos realidad, y una realidad hecha de sueños y recuerdos, la Semana Santa que empieza hoy. Este Domingo de Ramos en el que saldré en busca de mis recuerdos para confirmar que fueron y son realidad, alzo al Señor de la Borriquita dos oraciones escritas por un vasco y un sevillano.

La primera, que me tomo la libertad de ofrecer al modesto y alegre jinete del Salvador, es de Unamuno: “Agranda la puerta, Padre / porque no puedo pasar; / la hiciste para los niños, / yo he crecido a mi pesar. / Si no me agrandas la puerta, / achícame, por piedad; / vuélveme a la edad bendita / en que vivir es soñar”. La segunda, esta sí dedicada al Señor de la Sagrada Entrada y al Cristo del Amor, es de Caro Romero: “Son tantos los tramos / del hombre al niño que fui / que estoy más cerca de Ti / cada Domingo de Ramos”.

Entre los dos compongo mi oración de este Domingo de Ramos. La vida como ir pasando del blanco de la Borriquita al ruan, cada vez más cerca, conforme se van retrocediendo tramos, no de una vejez y una muerte que sean finales, sino de un Amor que será eterno principio. Y este día como la puerta que se agranda o el achicarme para traspasarla. Ojalá esta mañana, en San Juan de la Palma, esta tarde, viendo la Borriquita con mis nietos, y esta noche, siguiendo a mi Señor del Silencio y a mi Virgen de la Amargura, se agrande esa puerta por la que solo los niños pueden pasar o me achique para volver a esa edad bendita que el Señor pide para entrar en su Reino. Todos tenemos una Ítaca. La mía es Regina y San Juan de la Palma.

No me interpreten mal. Nada que ver con el infantilismo. Cristo sabía lo que decía. El teólogo von Balthasar, tras publicar un centenar de obras, dejó como testamento espiritual el librito Si no os hacéis como este niño, publicado tras su muerte. Se dice en su prólogo que “el anciano teólogo, experimentado en la vida y probado en la fe, nos indica, con toda la simplicidad de la que era capaz, el centro primordial del ser cristiano: ser niños, realmente niños, frente al Padre de nuestro Señor Jesucristo… Ésta es la voluntad, la intención primera y la esperanza última del Origen omnipotente de todas las cosas, que Jesucristo y el Espíritu de Amor común nos enseñan a llamar Abbá, Padrecito”. El Señor de la Borriquita nos lo conceda.

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