TENIENDO en cuenta que en mi particular ranking de los 10 mejores programas de la televisión reciente se encuentra en una posición muy destacada La noche americana, dirigido y presentado por Juan Carlos Ortega en el canal Cuatro fundacional, no puedo dejar de comentar sus campanadas en La 2, en lo que fue el único programa alternativo, original y novedoso de la noche de fin de año.

Fue Antonio Rico el que comparó la forma de golpear las doce bolas con los males que aquejan el mundo con la secuencia inicial de los monos de 2001. Una odisea del espacio. Dicho queda. Pero yo quiero establecer la comparativa. Evidentemente, Campana2 fue un programa pobretón. De esos realizados con un presupuesto limitadísimo. Por eso no vale compararlo con La noche americana. Aunque tanto uno como otro sean quintaesencia de la televisión de autor. Dos programas con el ADN de Juan Carlos Ortega. La llamada telefónica de su supuesta madre, condimentada a la par con humor surrealista, filosófico y poético, contuvo más sustancia y regaló mejor televisión que todo lo que las restantes daban a esa hora. Sin embargo, faltaron medios.

El público es importante. El público de La noche americana lo era. Aquí fue eliminado. Aunque sí compareció en el plató un cuarteto de cuerda. Particularmente, prefiero esa música grabada que me recordaba a las partitas de Bach, que sonaban en La noche americana. De Campana2 fue feliz esa visita al plató vacío de Saber y ganar, si bien el final, tras la segunda llamada de la madre, fue demasiado abrupto. Reflejo de las limitaciones con las que se gestó. El año pasado el especial se encargó a Juanjo Millás (La parte de atrás, financiada por FNAC) se 'respiró' más dinero. ¿Para cuándo un formato Ortega en plató con presupuesto?

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