Alto y claro

José Antonio Carrizosa

jacarrizosa@grupojoly.com

Pablo Casado, el cartero y los ERE

El pasado en España sólo sirve, cuando se habla de política, para tirárselo a la cabeza

Cuando Pablo Casado salió el otro día para lamerse públicamente las heridas del fracaso catalán y repartir culpas a diestro y siniestro sin asumir ninguna propia hizo dos anuncios: el primero, que abandonaban la sede de la calle Génova de Madrid, que en un tiempo les tuviera alquilada una sociedad de Manuel Ruiz de Lopera, y el segundo, que no volverían a responder nunca más por los casos de corrupción, Bárcenas incluido, que han puesto el partido al borde del crac. Huir del pasado y de la casa en el que habita se llama eso. Pero desengáñese, Casado, porque el pasado es pertinaz y llama a la puerta bastante veces más que las dos el cartero de la novela de James M. Cain que tan buen resultado dio en sus varias versiones cinematográficas.

Las gúrteles de todo tipo que alfombran la historia del PP desde los tiempos de Aznar, y quizás desde antes, seguirán llamando a las puertas de Casado porque ése es el nivel del debate político en España, plagado de pulsiones primarias y adjetivos gruesos y falto de una absoluta falta de coherencia. Si el controvertido líder del PP quisiera de verdad poner tierra de por medio con los casos que seguirán rebotando en los juzgados y en los medios de comunicación tendría que empezar por cambiar el discurso de su partido en Andalucía con respecto a los ERE. Teóricamente, tan lejos están Bárcenas y sus manejos de Pablo Casado como Chaves y los suyos de Pedro Sánchez e incluso de Susana Díaz, si cabe comparar la financiación del partido mediante mordidas a cambio de obra pública con el desvío para fines clientelares de fondos consignados en partidas presupuestarias aprobadas por el Parlamento.

Pero no esperen ese mínimo de coherencia para distanciarse de un pasado que en ambos casos persigue como una sombra alargada y perpetua. Pablo Casado no va a impedir que los ERE vuelvan a ser el argumento recurrente de los mítines que martes sí y martes también organiza Elías Bendodo en la sala de prensa del Palacio de San Telmo. Cómo iba a llenar ese espacio semanal el brioso consejero portavoz si no pudiera sacar a pasear el mayor caso de corrupción de la historia de España y el expolio del dinero de los parados.

El pasado en España está, cuando se habla de política, para tirárselo a la cabeza. El intento de Pablo Casado de desmarcarse de Bárcenas está tan destinado al fracaso como el que lleva haciendo años Susana Díaz de aparentar que nunca conoció a Chaves y a Griñán. Aquí los fantasmas gozan de buena salud y sus cadenas suenan una y otra vez. Y seguirán sonando.

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