Imaginación como único antídoto con el que combatir la obligada reclusión domiciliaria que hace que los minutos parezcan horas y las horas ni se sabe cuánto. Una reclusión que intentamos combatir combinando diversos movimientos para la distracción. Y como la pesadilla tiene como uno de sus puntos más negros el dolor de que no podremos ver al Señor en la calle, ahí que buscamos fórmulas que intenten paliar la tragedia. Y en éstas me doy de cara con Pasión, Muerte y Resurrección, una obra audiovisual que ha parido Paco Robles. Para ello, hasta Jerusalén ha ido el compañero para mostrarnos la Vía Dolorosa y explicarnos cómo es ahora esa calle de la Amargura. Es una obra de tres capítulos adobada por el conocimiento intelectual de Manuel Jesús Roldán o religioso de Marcelino Manzano. Con cosas así, el arresto se hace más llevadero, claro que sí.