TIEMPO El último fin de semana de abril llega a Sevilla con lluvia

DERBI Horario y dónde ver el Betis-Sevilla

No podía ni verlo; se me espesaba la boca con sólo mirarlo. Era algo así como un gran calcetín de terciopelo púrpura, rematado en espumillón y falsas hojas de acebo. Merry Christmas, ponía debajo. Estaba colgado en la puerta del despacho del director del Universal, ante la que yo esperaba mi turno para ser recibida. Era la Navidad de 2012 en Cartagena de Indias. No nevaba, más bien caían del cielo chocos fritos: 35 grados a la fresca y una humedad del 96%. "García Márquez tuvo mucho mérito de escribir novela; con ese oraje febril yo no escribo ni tercetos", dije para mí, mientras evitaba a gota gorda la visión agobiante de aquel exorno navideño.

Me pasa algo así cuando llegan en Sevilla estas fechas, donde la primavera se desprende de la prima (primera), y la ver, veris se arrima fuerte al tempus veranum. Y perdón por los latinajos. En estos días, la ciudad continúa vigorosa, sin descorrer siquiera los toldos misericordiosos de Sierpes. Un soldado de vaya usted a saber qué cuerpo abrigadito de infantería -que están como de ensayos o maniobras para exhibirse aquí el sábado- cruza el puente de Triana al filo de la alferecía. En los escaparates, batas rocieras tupidas -habrá desfibriladores y en torno a los 40 grados en el camino del Rocío-. San Fernando, expuesto de cuerpo presente (sigue bien para su edad), muestra paños y oropeles que de nuevo dan calor con sólo verlos. Los preparativos del Corpus nos traen tiernos recuerdos de infancia y juncias, pero también de querer arrancarme el vestido de comunión en plena comitiva, de la mismísima desesperación y sofoco. Llega a plomo el tiempo sensual de las sandalias y de los jazmines en el pelo. Sin embargo, además de cierta demora en quitarnos el sayo, sin duda falta el apoyo público necesario para que vayamos a refrescarnos.

Que yo sepa, en Sevilla hay sólo cuatro piscinas municipales al aire libre, que no abren precisamente cuando principian las calores. Para que los cerca de 700.000 habitantes que aquí vivimos nos pudiéramos refrescar, la oferta municipal debiera ser de 25 piscinas. Estamos demasiado lejos de esta cifra. La semana pasada leí que Espadas -que como saben repetirá como alcalde- prometía la ampliación de la oferta de piscinas de verano en la ciudad con proyectos previstos para Pino Montano, Triana, Bellavista o San Pablo. También dijo algo sobre la mejora de las ya existentes. ¿Para cuándo podremos ejercer aquí de forma igualitaria nuestro derecho al muy necesario refrescón? Mientras lo esperamos con ardor, a muchos sevillanos sólo nos queda como mucho la opción del manguerazo vespertino en la azotea. Y apartar la vista de nuestros mejores paños.

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