Cuando hace un par de lunes uno de los árboles que festonean la plaza de la Gavidia hizo crac, cuantos allí nos reunimos al calor del salmorejo y la caballita a la gallega nos pusimos en lo peor. Y ahora, nueve días después, nos dicen que todo el arbolado se encuentra para el arrastre. Las obras de reurbanización que son el cuento de nunca acabar los han dejado prácticamente sin raíces, de ahí que se desplomara el otro día uno que, desde ya, puede ser considerado como cruz de guía para un desplome generalizado. Y la cosa tiene bemoles, pues la Gavidia cuenta con un buen número de veladores habitualmente colmados de clientes. Procede, por tanto, coger el toro por los cuernos en previsión de otro desplome más y un arboricidio en toda regla no estaría de más sin que tenga nada que ver con el que Zoido ordenó en Almirante Lobo, pero que nada que ver.