Cuando tan convencidos estábamos de que el peligro mayor que encerraba el Nilo era su población sauria resulta que no, que no son los cocodrilos sino el virus que lleva su nombre. El virus del Nilo se ha bastado con un empellón que no llega al centenar de casos para meternos el miedo en el cuerpo, otro miedo más de los muchos que atesoramos de poco tiempo a esta parte. Y con el virus egipcio, los nuevos palos de ciego que el ministro Illa nos da en todo el lomo mediante medidas tan nuevas como la de prohibir el fumeque al aire libre. Otra andanada más a la hostelería esto de no fumar en la calle, veladores incluidos, y a ver cómo se las avían esos pobres ciudadanos que no han logrado superar el tabaquismo. Ese síndrome de abstinencia que se calmaba saliendo a la calle se ha ido a hacer puñetas como tantas y tantas cosas que prohíben esos obsesos de la prohibición.