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Alto y claro

José Antonio Carrizosa

jacarrizosa@grupojoly.com

Propaganda anestésica

Cada semana que pasa se tiene más la sensación de estar inermes ante una amenaza que se eterniza

Fue el titular de portada de este periódico hace casi un mes: el objetivo de tener vacunados a la mitad de los andaluces antes de verano es imposible de cumplir y en el mejor de los casos no podrá lograrse antes de octubre o noviembre. Dado que la información que publicamos el 17 de enero se elaboró con documentos de la propia Junta y con opiniones de expertos a los que también tiene acceso la Consejería de Salud, hay que concluir que el anuncio reiterado por parte de nuestros máximos responsables políticos de que para julio o agosto iba a poder irse recuperando la normalidad social tenía mucho más de propaganda anestésica, para amortiguar las pésimas noticias de la tercera ola, que de información rigurosa que se ponía al servicio de los ciudadanos para que sacaran sus propias conclusiones. Y cuando la realidad se impone y hay que cambiar el discurso siempre se encuentra un chivo expiatorio, desde el Ministerio de Sanidad a la Unión Europea pasando por las farmacéuticas. Va a pasar lo mismo con las vacunaciones masivas, las que permitirán poner miles de dosis y no sólo en los centros de salud, sino en recintos amplios especialmente habilitados, que no las veremos antes de abril o mayo. Eso en el mejor de los casos y si el suministro de viales adquiere niveles que muchos expertos consideran optimistas, por más que se empeñen algunos en anunciar que están a la vuelta de pocas semanas.

La conclusión clara es que en el asunto de la vacunación, como en tantos otros desde que hace ya casi un año la pandemia pasó a ocupar la mayor parte de nuestras vidas, se han alimentado expectativas que no se podían cumplir, cuando no se ha mentido descaradamente, como ocurrió al principio con todo lo relativo al uso de las mascarillas. Tiende uno a pensar que tanta desinformación y tanta manipulación de la realidad responde, en primer lugar, a los intereses del día a día de unos políticos que se han visto desbordados por una realidad que no pudieron imaginar ni en sus peores pesadillas. Pero también tiene que ver con la ignorancia. Los responsables de transmitirnos la información no saben muy bien ni lo que estaba pasando ni muchos menos lo que puede pasar. Y eso le ocurre tanto a Ursula von der Leyen al frente de la Comisión Europea como a Juanma Moreno en la Junta de Andalucía, por mucha solemnidad de la que rodeen sus comparecencias televisivas.

El resultado es que cada semana que pasa tenemos más la sensación de estar inermes ante una amenaza que se eterniza en el tiempo. Nadie tiene muy claro cuándo se va a vacunar y cómo va a poder recuperar algo parecido a su vida de antes. Y mientras tanto, la propaganda, cada vez menos anestésica, no deja de caer, día tras día, como lluvia fina.

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