PASA LA VIDA

Juan Luis Pavón

Receta para los activos tóxicos

GENUINOS. Con denominación de origen. Con el color del espejismo y con sabor a ruina. Así son nuestros activos tóxicos. Lo mejor de cada casa sin vender. 176.000 millones de euros prestados al mercado inmobiliario y de cobro tan improbable como la deuda de los griegos. Hace cuatro años vivíamos una precampaña electoral en estado de euforia consumista pese a las advertencias que algunos lanzábamos desde mucho antes, y pese a la pandemia de hipotecas tóxicas detectada inicialmente en Estados Unidos. Ahora tenemos cita con las urnas fuera de temporada para que la España podrida no oliera a muerto, y seguimos de baja sin zanjar la indigestión de activos tóxicos. La obesidad mórbida de la economía española no se cura ni con genéricos baratos ni con fármacos de marcas caras. El miedo escénico al quirófano da también el mitin del silencio en esta campaña vacía de ilusiones y propuestas.

El cáncer del ladrillo tóxico sigue a la espera de cirugía. Todo lo laparoscópica que se quiera para mitigar el dolor, pero la falacia de los balances contables sobrevalorados ha de tener ya su fin en la mesa de operaciones del próximo Consejo de Ministros y en el sanatorio del Banco de España. El tuya-mía de bancos e inmobiliarias para que el paso del tiempo diluya y encubra el desastre, está llevando a la inanición a la sociedad española, y toda ella no es culpable de tamaña responsabilidad en los años de avaricia.

Ni Rajoy ni Rubalcaba encabezan una propuesta para zanjar el mal de los activos tóxicos que estrangulan el porvenir de cada familia, aunque viva de alquiler, y de cada empresa, aunque sea rentable. Porque aisladamente no pueden prosperar en un país asolado por la falta de dinero.

Hay 176.000 millones de razones para que un debate electoral se centrara en este nudo gordiano, ignorado en los comicios de 2008. Hablar de las demás deudas es otra pérdida de tiempo. Ésta es la deuda que ha agigantado a las demás.

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