Era viernes, hacía frío y lo recuerdo como si hubiera sido ayer. Salía del Cervantes de ver West side story y me lo dijo un amigo casi al oído, como se decían esas cosas en aquel tiempo en que había que tener cuidado en saber con quién te jugabas las habichuelas. "Han matado a Kennedy" y la noticia me estremeció los adentros porque en aquel tiempo de guerra fría y posguerra doméstica casi olvidada no estaban de moda los atentados, ETA no había empezado a matar, y mucho menos un magnicidio. John Fitzgerald Kennedy era la gran esperanza de un mundo que no terminaba de ver la cicatrización de las heridas de la Gran Guerra. Su programa era rico en reformas que daban pie a la ilusión y la verdad es que aquella noche fue una de ésas que en tu vida la duermes con un solo ojo. Eso pasó hace cincuentainueve años, pero es que ya ni siquiera pervive el Cervantes.