La ventana

Luis Carlos Peris

lcperis@diariodesevilla.es

Recuerdos de un viernes entrañable

Siempre, siempre, siempre, desde que de la mano de mi padre fui a mi primer acto semanasantero, que fue una proyección de diapositivas de Luis Arenas en la vieja Universidad de Laraña, siempre el primer viernes de Cuaresma fue como una especie de tierra de promisión. Si con el Pregón se certifica que no hay vuelta atrás, con el primer viernes cuaresmal llega la constatación real de que nuestra Semana Santa no es un intangible, sino que ya la agarramos con las manos mediante la gran cola que circunda San Ildefonso para orarle al Cautivo primero y para encontrarse con la génesis de la fiesta, el víacrucis desde Pilatos a la Cruz del Campo. Sólo se salvó la visita multitudinaria al Cautivo, que el resto quedó frustrado por un tiempo inclemente a más no poder. Tarde invernal de frío y de lluvia que nos dejó sin poder confirmar que ya va a estar la primera en la Campana.

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