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Regreso a Baudelaire

Félix de Azúa ha regresado a uno de sus más antiguos y queridos maestros: a Baudelaire

Algunos escritores mantienen velada la devoción por sus antiguos maestros, como temiendo que se descubran claves ocultas de su propia obra. Hay otros, en cambio, más generosos, a los que gusta que aflore su filiación, como una forma de reconocer su deuda. Y declaran, sin miedo a perder su originalidad, quiénes les han precedido en gustos y les abrieron caminos. Félix de Azúa se ha mostrado siempre dispuesto a nombrar a esos padres elegidos y no impuestos por los juegos de la sangre. Es más, se podría añadir que se muestra tan orgulloso de estas afinidades electivas que les ha rendido culto, cada vez que en sus libros surgía la ocasión. No ha pretendido, por tanto, lucir la imagen de un escritor huérfano y autosuficiente, criado a su aire en una isla desierta. Todo lo contrario, ha transitado con ansia por todas las constelaciones posibles para captar, de cerca y con rigor, esas ideas maestras que permiten comprender el mundo. Esta tenaz ambición de conocimiento le ha convertido en uno de los escritores españoles, a la vez, más sabio y con mejor capacidad expresiva. Por eso, es un alivio que, en momentos históricos tan tensos como los presentes, su cabeza y su pluma estén vigilantes, porque, como él mismo ha escrito: "No hay motivos para la esperanza, sólo para la resistencia." Y con esa intención, buscando ejemplos para impulsar la resistencia, en estos días, ha regresado a uno de sus más antiguos y queridos maestros: a Baudelaire, de cuyo nacimiento se cumple el segundo centenario. Pero como en esas grandes recuperaciones que arrastran maletas ya usadas en más de un largo viaje, este nuevo y antiguo libro, Baudelaire y el artista de la vida moderna (Debate), permite enfrentarse, cara a cara, con uno de esos grandes maestros que supo aglutinarlo todo: obra literaria, teoría y crítica pictórica, conflictos, profecías y fracasos, en esas décadas francesas en que ya se anunciaban los problemas que ahora nos agobian a todos. Este libro, brillante y polémico, no se había quedado anclado en su primera edición, en 1978. Mantuvo una efervescencia que se traspasó a otra edición, en 1992, y a otra, en 1999. A veces, el autor solo cambió unas líneas, las necesarias para plantear las reflexiones que llevaba años fraguando. En esta última edición, de 2021, sólo se han introducido 20 páginas nuevas, pero son tan vivas que permiten sospechar que se trata de una obra reciente, gracias a un autor que recurre a Baudelaire porque sabe que se trata de una voz siempre abierta y en movimiento.

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