La ventana

Luis Carlos Peris

lcperis@diariodesevilla.es

Rescoldos de un discurso inolvidable

Resuenan todavía las palabras que Alfonso Guerra pronunció el miércoles en señal de agradecimiento a lo que Sevilla le daba. Tardarán en apagarse si es que se apagan los ecos del discurso que el antiguo enfant terrible del socialismo que nació en Suresnes largó por esa boquita que habrá de comerse la tierra, pues fue todo como un dechado de coherencia. De coherencia y de lealtad con el país propio, algo que no viaja en la valija de quienes nos manejan. Da gusto escuchar palabras como las que desgranó Guerra el otro día en Fibes y me imagino a algún que otro de los asistentes removiéndose en sus sillas, incómodos por oír lo que oían. Y es que cuando abren la boca políticos eméritos como Guerra ya hasta suena a extraño y ya se sabe que la falta de costumbre provoca agujetas, ese síntoma tan molesto que hace que algunos políticos en activo se remuevan en sus sillas.

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