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José Antonio Carrizosa

jacarrizosa@grupojoly.com

Rojas Marcos y los malos de la película

Los andalucistas hicieron mal todo lo que podían hacer y dejaron que el PSOE se quedara con la épica del 28-F

Años llevaba Alejandro Rojas Marcos sin asomarse al guirigay de la política andaluza, que fue durante décadas, para él, el aire que respiraba. Ahora levanta la mano bajo el manto de ese andalucismo difuso, light y con un punto gallego que nos ha traído la mayoría absoluta de Juanma Moreno. Lo hace, precisamente, para apelar al "presidente Juanma" e instarlo a que use su poder para escribir de forma correcta -correcta para Rojas Marcos, naturalmente- la historia del 28-F y enterrar para siempre el reparto de papeles entre héroes y traidores que construyó el PSOE a su mayor gloria.

Hay que celebrar la vuelta, aunque sea momentánea, de Alejandro Rojas Marcos a la escena. Se trata de uno de los personajes más interesantes y originales que ha dado la política de esta tierra. Su rastro puede seguirse desde mediados de los años sesenta, cuando a la dictadura del general Franco no se le veía el final. Fue concejal de Sevilla tras ganar las elecciones organizadas por el Régimen, con una campaña al estilo de la del presidente Kennedy. Allí se dedicó a ser el enfant terrible del alcalde Moreno de la Cova y del gobernador Utrera Molina y hasta tuvo tiempo para coquetear con el Consejo Privado de don Juan de Borbón. Fundó después una sociedad anónima para hacer política desde ella -el franquismo dejaba pocos resquicios- y terminó haciéndose andalucista sin tener mucha idea de qué era el andalucismo y sin que le sonara el nombre de Blas Infante. En los ratos libres intentó hacerse con el control de un periódico, El Correo de Andalucía, pero topó con la Iglesia y con Bueno Monreal y la cosa terminó mal.

Cuando la Transición asomaba transformó aquella sociedad anónima, CP se llamaba, en la Alianza Socialista de Andalucía, poco después Partido Socialista de Andalucía y más tarde Partido Andalucista. Un largo camino de travestismo político, en la denominación al menos, jalonado de grandes éxitos, como llevar cinco diputados al Congreso en 1979, y enormes fracasos como quedarse con sólo tres escaños en las primeras elecciones andaluzas de 1982.

Pero su ruina vendría por lo que ahora denuncia Rojas Marcos: haber quedado como el malo de la película épica del 28 de Febrero. Los andalucistas hicieron mal todo lo que podían hacer y dejaron que el PSOE les arrebatara una bandera a la que sacaron un rendimiento enorme, en Andalucía y en el conjunto de España. Quizás tenga razón el viejo líder andalucista y ha llegado el momento de reescribir la historia y poner a cada uno en su sitio. Será inútil. En el imaginario colectivo aquel andalucismo murió por sus pecados y el que hoy ha resucitado el PP es un nacionalismo desnatado que sirve lo mismo para un roto que para un descosido. Que se lo pregunten al "presidente Juanma", que diría Rojas Marcos.

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