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Crónicas Levantiscas

Juan Manuel Marqués Perales

jmmarques@diariodecadiz.com

Rubiales: Se acabó (canción por rumbas)

Rubiales: Se acabó (canción por rumbas).

Rubiales: Se acabó (canción por rumbas). / CD

EL caso Rubiales ha tenido todos los ingredientes para convertirse en una suerte de Me Too, una rebelión social protagonizada por mujeres contra una conducta machista que viene agravada por la alta posición de poder desde donde la ha ejercido el ex presidente de la Real Federación Española de Fútbol. Lo que ocurrió en el palco de Sídney fue la exhibición – sí, el alarde público, porque fue a conciencia– de un comportamiento de mandril en celo frente a las hembras y a los machos menos portentosos, una falta de decoro que se hubiese quedado en un escandalito de verano si no fuese porque después en el campo el macho estuvo regando de orines testosterónicos su teatralización del cortejo. ¿Un piquito? Venga, vamos, crack. Hasta a la Reina le echó el brazo por encima.

Todo aquello que se podía suponer de esa tarde australiana se aclaró con una rotunda realidad el viernes pasado, cuando Luis Rubiales exhibió sus poderes ante una asamblea acobardada e indigna. Fue aquí donde desplegó el manual del buen machista: culpabilizar a la denunciante, hacerse la víctima de una supuesta conspiración para su muerte civil y contraponer su feminismo verdadero frente a las falsas feministas, éstas que constituyen en su opinión una “lacra” para España.

Hasta el viernes por la noche, la dirección de Comunicación de la real federación estuvo enviando notas de prensa en contra de Jenny Hermoso, a quienes su compañeras de equipo habían salido a defender al grito de Se acabó, que es lo que cantaba María Jiménez por rumbas. El Me Too español que abre los noticieros de la BBC y está en la portada digital del New York Times.

Las mujeres que forman parte del equipo técnico de la selección española de fútbol han relatado cómo fueron obligadas a situarse en las primeras filas del auditorio donde se celebró la asamblea para teatralizar un apoyo femenino al líder, que no tuvo reparos en llevar hasta allí a sus propias hijas. Ya se sabe que uno de los argumentos del falso feminista es que ellos aman a las mujeres de su casa, a la madre, a la esposa y a las hijas.

Y ha sido esa posición de superioridad, ese poder omnímodo que le ha permitido sortear otros escándalos, como el de Arabia Saudí, el que ha convertido en intolerable para la sociedad su habitual actitud machista. Ha sido la FIFA la que ha terminado por suspenderlos, aunque de cada a la opinión pública española estaba enterrado desde el viernes por la mañana. Se ha escrito, así, la segunda victoria de la selección femenina de fútbol, su segunda estrella sobre el escudo de la camiseta roja.

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