Cuchillo sin filo

francisco Correal

Santander

LOS que leen el Evangelio al pie de la letra, una dedicación absurda para intentar entender a quien hablaba en parábolas, estarán probando modelos de ojo de aguja para camellos con los que descarten el ingreso de Emilio Botín en el paraíso, dándole a cambio el pasaje para acompañar al barquero Caronte hasta la laguna Estigia. El día de su muerte, la lectura era de San Lucas decía: "Dichosos los pobres, porque vuestro es el reino de Dios... Pero, ¡ay de vosotros, los ricos! porque ya tenéis vuestro consuelo".

Botín nació el año de la revolución de Asturias y revolucionó Cantabria. Se hizo rico trabajando como un pobre de Zola. Junto con Cossío, Catón de taurinos, mecenas de los poetas del 27, anfitrión de Alberti y Gardel en la final de Copa del Sardinero en la que el poeta de El Puerto se inspiró para la Oda a Platko, no hay otro montañés más influyente en el siglo XX. Heredero de los banqueros de Carlos V a los que inmortalizó Carande, siguió la estela de Felipe II, el hijo del último emperador, para extender su red de afanes por los cuatro puntos cardinales, especialmente ese sueño americano que en el caso del monarca de El Escorial mereció una imponente biografía de Hugh Thomas. Botín fue Alvarado y Lope de Aguirre.

Ayer había dos crespones negros en la sede del banco de Santander del número 10 de la calle Tetuán, de Sevilla. En la fachada está la fecha de fundación del Banco, 1857, junto a un anuncio con una palabra que siempre asocio a un relato de Cortázar. "¿Tú sabes lo que es una hipoteca?", se preguntaba el protagonista de El perseguidor. Un banco es demasiado prosaico, pero por paisanaje en su adiós no sobra el eco de José Hierro, "la poesía es una caja fuerte cuya combinación desconocemos".

Roca y Montaña, era un rostro curtido por el trabajo que uno asocia con actores siderales como José María Prada, Ismael Merlo u Omero Antoniutti, que por cierto hizo de Aguirre en el cine. La clase de tercero de Primaria de mi hijo empieza todos los días con Matemáticas, mil por mil un millón, espero que tarde mucho en saber lo que es una hipoteca. A algunos les gustaría recortar la cita evangélica y descorchar una botella con vino de Caná, convencidos en su avieso fuero interno de que con un banquero menos, caudillo de doscientos mil empleados, un Santander de descamisados, somos menos pobres mientras el camello se hace una camisa de fuerza con el ojo de la aguja.

Tags

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios