La ventana

Luis Carlos Peris

Sebastián Palomo Linares, pintor de cuadros

ESTABA a punto de pasar a la historia como el marido de una bellísima mujer a la que nos encontrábamos en todas las salsas. Casi era ya el marido de Marina Danko, él que había tenido la osadía de haber cortado el único rabo del último medio siglo en Las Ventas. Él, que con el Cordobés había puesto en fila a todos los empresarios taurinos habidos y por haber cuando se echó al monte de las plazas portátiles mediante La Guerrillera, era ya más conocido por sus apariciones de consorte en el couché que por sus gestas en los ruedos vestido de plata, siempre con vestidos bordados en plata. Pero como aquel banderillero de Juan Belmonte, quizá degenerando, Sebastián Palomo Linares vuelve por derecho propio a la actualidad sevillana como pintor. Y como aquella tarde en que Utrera Molina le suspendió una corrida en la Maestranza, vuelve ahora Sebastián a Sevilla por esa puerta grande de los pinceles y la paleta.

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