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La lluvia en Sevilla

Servidumbre de luz

Desconfío cuando los responsables de un suministro básico echan balones fuera si la cosa no va

Esos que, ante cualquier denuncia periodística o reclamación ciudadana que no sea de su gusto, rechistan con un "hay cosas mucho más urgentes que resolver y blablablá" están de enhorabuena; hoy les traigo el tema que me quema. O, mejor dicho, que nos hiela. Un asunto que, si no se considera de extrema necesidad, apaga y vámonos, literalmente: no es ni medio normal que la ciudad, y específicamente una parte considerable de la Sevilla donde -parafraseemos a los Pata Negra- vive la gente, sufra apagones.

"Apagones hay en todos lados", seguirán rechistando los que se quejan de quienes se quejan. Muchos comprendimos que Sevilla vive una anomalía eléctrica durante la pandemia. "Ya estoy de nuevo aquí, disculpadme, se ha vuelto a ir la luz", retomaba a cada rato mis videoconferencias, ante las caras atónitas de alumnos de distintos lugares que me preguntaban: "Pero usted, ¿dónde está?". Dice la radio que Barrios Hartos se ha manifestado para dejar claro lo evidente: que así no hay quien coma caliente, se dé una ducha, ponga una lavadora, viva. Por Twitter, el otro día me enteraba de que también en el centro, Macarena y San Pablo-Santa Justa se habían quedado a dos velas desde las 21:30, con la fresquita. Días antes leí en varios medios lo que parece ser el cortapega de una nota donde se cantan las grandes inversiones que Endesa ha hecho en Sevilla durante 2022 para reforzar sus instalaciones, con especial atención a los barrios "afectados por sobrecargas de la red" '(sic)'. Eufemismo al canto.

Desconfío cuando los responsables del suministro y el funcionamiento de algo (algo tan esencial para la dignidad de cualquiera, y que pagamos a precio de caviar) echan balones fuera si la cosa no va. La empresa arguye que los cortes se deben a los enganches para cultivar marihuana. Primero, me pregunto si esa es la causa única y principal -apagones en Los Remedios o en la Resolana dudo que tengan que ver con los mercaderes de cogollos, tan poco proclives a pagar altos alquileres-. Igual también está influyendo que hay transformadores con décadas de antigüedad para cubrir las demandas del presente. Segundo: "¿Y a mí qué?", dan ganas de responderles. Los ancianos, bebés, enfermos, opositores, familias trabajadoras que, pagando sus facturas, no se pueden alumbrar ni calentar, no tienen que consolarse con la respuesta ni, por supuesto, enfrentarse a los infractores. Resolver los fraudes y asegurarse de que Endesa tenga a punto todas las instalaciones para dar un servicio ininterrumpido a los sevillanos por igual es tarea de quienes ostentan las administraciones y la autoridad, que están ahí porque los eligen y costean los mismos que merecemos luz sin servidumbres.

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