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DERBI Sánchez Martínez, árbitro del Betis-Sevilla

Sevilla encadenada

El mundo corre, mientras nosotros caminamos con infraestructuras del siglo pasado

En ocasiones creo que Sevilla tiene techo de cristal, expresión que se utiliza para referirse a situaciones que no mejoran sin causa aparente. Para las Ciencias Sociales ese límite que no se ve, es un muro invisible pero infranqueable, de procedimientos, estructuras, relaciones de poder, creencias, etc., que dificulta el despliegue de capacidades. Generalmente se aplica a la realidad de las mujeres y su dificultad para conseguir mejores condiciones sociales, profesionales y empresariales. Sevilla más que techo de cristal parece que tiene una auténtica caja de vidrio a su alrededor que la aprisiona. No existen motivos aparentes para que nuestra ciudad no desarrolle todo su potencial. Cuando parece que lo va a conseguir, que por fin daremos el salto que la ciudad necesita, a última hora no es así. Además, tengo la impresión de que la mencionada caja que nos atrapa está encadenada, sin que se pueda hacer ningún movimiento para liberarla.

Unas cadenas que tienen la forma concreta de las infraestructuras que no se realizan o que tardan en exceso. La SE-40, la red de Metro, el tren al aeropuerto. El mundo corre, mientras nosotros caminamos y funcionamos con infraestructuras del siglo pasado, también en las comunicaciones con las ciudades y pueblos del área metropolitana y nos asentamos, como si no importara, en las listas negativas de barrios marginales y de mínima renta. Hace semanas nos picaba en nuestro orgullo provinciano que bajamos en la clasificación de ciudades más pobladas. No es una cuestión de la máxima importancia, pero sí es indicativo el estancamiento en el número de habitantes. Se anuncian nuevas viviendas en los terrenos de La Trinidad, de la antigua algodonera Virgen de los Reyes, en el puerto, en los terrenos de Santa Bárbara. La lentitud en la concesión de licencias de edificación y de todo tipo de actividad económica lo ralentiza todo. Más cadenas que romper.

A falta de nuevos grandes acontecimientos nos preparamos para conmemorar el próximo centenario de la Exposición Iberoamericana de 1929. Un certamen que nos dio un perfil definido y un legado en la misma ciudad que nos ha permitido llegar hasta aquí con apariencia y hechuras de gran ciudad. Se hizo para abrir la ciudad al mundo, a los países americanos sobre todo y que aumentaran los visitantes, tal como deseaban los reformistas desde finales del siglo XIX, pero aquí todo tarda mucho y al final nos alcanzó la gran depresión del 29, lo que hizo que una ocasión excepcional se convirtiera en una celebración para consumo interno. Después de dos exposiciones y con el viento a favor del turismo generalizado, lo hemos conseguido: Sevilla es una ciudad conocida y visitada. El mejor homenaje al 29 es que su legado esté bien conservado y en buen uso y que la ciudad esté preparada para cien años más. Sevilla sin las infraestructuras que necesita urgentemente esta encadenada, claro que somos un pueblo que un día asombró al mundo gritando: “vivan las caenas”. Yo no me apunto.

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