La lluvia en Sevilla

Sevilla tuvo que ser

Mi apoyo a los periodistas y policías increpados en el acto convocado por Abascal en la Plaza Nueva

Tenía yo en cavilaciones echar esta buena mañana contándoles mis prospecciones con el azahar durante estos días, pues he aprovechado las circunstancias excepcionales de temperatura, brisa y la ausencia de aglomeraciones para internarme en las angosturas y plazas íntimas del Arenal y Santa Cruz y ponerme morada de ese perfume único de las florecillas del naranjo. También les iba a revelar cuándo hay que bajarse la mascarilla para que el aroma entre de súbito en el cuerpo. Y la luz, también les iba a hablar de la luz de estos días, del brillo de las mañanas y de los cielos alucinantes de por la tarde. Y de cómo pega sobre el agua del canal, y de cómo recomiendo asistir a todo esto a ras de río. Un artículo-pregón de primavera en toda regla, la ocasión lo merece. Es como si este año marzo brillara más que el pasado, quizá coincidan conmigo en que la naturaleza en la ciudad se ha puesto más intensa. O somos nosotros, tal vez, quienes estamos más vivos y atentos a estas cosas.

Pero, lo siento, no va a poder ser, ya en la próxima floración si eso hablo de estas cosas. Estaba anoche a punto de quedar dormida cuando ojeé Twitter y me encontré un vídeo en el que Marta Maldonado, periodista de La Razón, le dice a Santiago Abascal que lo que había montado en Plaza Nueva no era una rueda de prensa sino un mitin puro y duro, en el que ni siquiera se había habilitado un lugar para la prensa y demás obviedades a la vista de cualquiera. A continuación, la multitud de adeptos a Vox increpan e insultan a la periodista. Las voces envalentonadas que le gritan "¡Fuera!" me remiten, cada vez más hondo, a cada voz que a lo largo de la historia ha mandado callar. A revolverse contra el trabajo de las y los periodistas hay quien lo llama libertad, libertad de expresión. No he querido volver a ver el vídeo de nuevo, vaya a ser que Abascal logre la provocación que pretende. No le voy a dar por su gusto. Únicamente me sumo a la condena rotunda de la Asociación de Prensa de Sevilla y otras asociaciones y ciudadanos que han mostrado su apoyo a los periodistas y policías increpados el miércoles en Plaza Nueva. Sobre provocar aglomeraciones en estos tiempos de pandemia, quienes las promueven conocen perfectamente los límites que, si no impone la responsabilidad, impone la autoridad competente. Así ha de ser con cada uno de ellos, independientemente de quienes los convoque, esa lección debiera estar más que aprendida. Según leo, Abascal no comunicó a la autoridad competente la convocatoria de la concentración. Sevilla tuvo que ser, con su lunita plateada, testigo de estas ganas renovadas -hasta aquí salpica la campaña- de crispar, polarizar, abucharar y dar mucho que hablar, manque sea pa malo.

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