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Alto y claro

José Antonio Carrizosa

jacarrizosa@grupojoly.com

¿Sobran turistas?

Hemos pasado, con la crisis de por medio, del 'boom' inmobiliario al 'boom' turístico, de una burbuja a otra

Nos sobran turistas de chanclas, hostel y botellín de agua mineral y nos faltan de Hotel Alfonso XIII y barrera en la Maestranza, como nos dicen los empresarios locales? ¿O, como dice el alcalde, necesitamos turistas de todo tipo y lo que hay que hacer es subir cifras y que las colas delante del Alcázar sean todavía más largas? El curioso cruce de declaraciones que se ha producido esta semana entre la patronal sevillana y Juan Espadas revela dos cosas: la primera, que el turismo y sus consecuencias se ha convertido en una de las cuestiones prioritarias, si no es ya la principal, de la ciudad y, la segunda, que no sabemos muy bien qué hacer con él para convertirlo en lo que se ha decidido convertir: el motor de arranque de la economía local.

Desde este punto de vista, el hecho de que un colectivo tan importante como el empresarial empiece a ver el modelo turístico como un problema demuestra que algo no se está haciendo como se debiera: viene mucha gente que satura la ciudad y que en opinión de los que están detrás de la caja registradora gastan muy poco.

Vaya por delante que, como tengo escrito aquí mismo en más de una ocasión, el que el turismo se haya convertido en la gallina de los huevos de oro de Sevilla plasma un fracaso colectivo: atraemos turistas porque no somos capaces de atraer otras cosas. Hemos perdido la poca industria que alguna vez tuvimos y no ponemos las condiciones para crear un tejido que haga atractiva la inversión en los sectores que hoy dominan la economía, que son sobre todo las que están ligados al desarrollo tecnológico. Hemos pasado, crisis por medio, del boom inmobiliario al boom turístico. De una burbuja a otra; la primera estalló; la segunda la hará cualquier día porque el turismo es una actividad que depende de factores de imposible control.

Sentado esto, la realidad se impone y más nos vale tomarnos este tema en serio porque por ahora no hay en el horizonte alternativas válidas para Sevilla. Tomárselo en serio es cuidarlo y evitar que su éxito nos traiga más perjuicios que beneficios. La ciudad tiene múltiples atractivos que bien encauzados deberían convertirla en uno de los destinos más interesantes del sur de Europa. La monumentalidad, la historia, el clima... singularidades como ser una de las dos o tres capitales mundiales del toreo o una referencia para el mundo de la ópera hasta ahora no han sido bien gestionados. Se ha preferido la cantidad, la espectacularidad de las cifras, a la calidad y estamos creando un problema donde había y una gran oportunidad. Quizás todavía estemos a tiempo de aprovechar la riqueza que puede suponer un turismo bien planificado. Pero no queda mucho.

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