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La ciudad y los días

Carlos Colón

Suena Tomás Luis de Victoria en la Ronda

Se puede esculpir la música? Sí. El Cristo de la Fundación es los Officium Hebdomadae Sanctae de Tomás Luis de Victoria esculpidos.

Sale Fundación a la luminosa anchura de la Ronda y eclipsa la luz del Jueves Santo, apaga el eco feliz que allí dejó San Roque -roleos de oro de González de Eiris y Gil Ferrera, tambores y cornetas de la Centuria, música bordada por Esperanza Elena Caro sonando a compás con las Nieves de Olivares- aquel Domingo de Ramos tan cercano y a la vez ya tan lejano. Sale Fundación y la Semana Santa es menos fiesta y más recogimiento, menos luz y más eclipse, menos ruido y más silencio, más apremiante la voz de las campanas llamando a los Oficios y más perceptible el latido de los Sagrarios.

En su capilla, embutida entre bloques de pisos y abierta a la agitada y ruidosa ronda, azotada por tiempos y cambios a los que ha vencido, Fundación ofrece a quien quiera entrar en ella lo que sólo se puede encontrar en los libros que pocos leen y en las músicas que pocos oyen: la más honda reflexión, la más alta espiritualidad, la más esencial belleza, el más profundo estremecimiento. Aunque Ocampo lo esculpió diez años después que muriera Tomás Luis de Victoria, ambos son coetáneos. Vivió el músico entre 1548 y 1611, y el imaginero entre 1555 y 1623. Los dos pertenecen al período de mayor plenitud de la espiritualidad española, al siglo de Fray Luis de León, Juan de Ávila, Ignacio de Loyola, Teresa de Jesús o Juan de la Cruz.

Quien dude de los valores históricos y patrimoniales que nuestras hermandades atesoran, que vaya allí y vea; si es que sabe ver sin prejuicios. Quien dude de lo mucho que dan nuestras hermandades a la ciudad a cambio de lo poco que reciben de sus autoridades, que vaya allí y eche las cuentas; si es capaz de echarlas sin hacer trampas.

Una hermandad chiquita y durante tantos siglos mal vista, la de los negros, ha mantenido abierta desde el siglo XIV la capilla que antes fue ermita, dando allí culto desde entonces a Nuestra Señora de los Ángeles, cuya festividad hoy se celebra, y desde 1635 al Cristo de la Fundación; manteniendo además, contra calores y vacíos, el franciscano Jubileo Plenísimo de la Porciúncula que a petición del santo de Asís instituyó Honorio III en 1216 y hoy se celebra en esta capilla -puerta y puerto de la eternidad resistiendo el acoso del tiempo- en la que siempre suena Tomás Luis de Victoria: el Tenebrae factae sunt de su Responsorio de Tinieblas en la nave morada y severa de Fundación; y su Ne timeas, Maria, en la alegre y blanca nave de la Virgen de los Ángeles. Nadie da tanto a cambio de tan poco.

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