Como aquel "ja sóc aquí" que desde el balcón de San Jaime pronunció Tarradellas en octubre del 77, así ha dicho la calor. Ya estoy aquí, dándole una patada hacia arriba a los mercurios, ha dicho esta canícula manifestándose con todos sus avíos para desertizar las calles y abarrotar las playas. Nada más seguro contra el virus en estos días que esas calles de Sevilla donde la sombra se cotiza más cara que una barrera en la Maestranza. Un ya estoy aquí tan esperado que no sé a qué viene que los cuarenta grados a la sombra sean motivo de apertura de telediarios. Procedía a mi caminata matinal y en la poca afluencia de gente como mañanita de sábado que era se veía cómo, según avanzaba el tiempo, las calles iban despoblándose. Y es que a pesar de lo acostumbrados que debiéramos estar no termina el personal de habituarse cuando la calor ataca como está atacando.