Cuchillo sin filo

Francisco Correal

fcorreal@diariodesevilla.es

Tormenta de verano

Las municipales convirtieron la foto de la tortilla en un plato de huevos rotos

El presidente del Gobierno eligió el lunes, el día del cine clásico en La 2, y decidió que en lugar de La taberna del irlandés programasen 55 días en Pekín. Los días que faltaban para la nueva cita con las urnas. Tormenta de verano, como la novela de Juan García Hortelano. Se cumplen quince años de los Juegos Olímpicos de Pekín, que se inauguraron en la capital china el 8 del 8 del año 2008 a las ocho de la tarde hora local.

Esta película no es de Nicholas Ray, sino de Pedro Sánchez. El lunes saludé en la Alameda a Rafael Cobos, el premiado guionista de las películas de Alberto Rodríguez que acaba de debutar como director con El hijo zurdo. No sé si deberían admitir a Pedro Sánchez en el gremio o denunciarlo por competencia desleal, porque no hay un caso de guionista más endiablado, especialista en tapar las escenas más impactantes con efectos especiales, sea la erupción de un volcán, la exhumación de un cadáver mediático o el homenaje a una escritora fallecida.

No sé si Joe Biden le habrá preguntado por el resultado de las elecciones municipales y autonómicas, que con el giro que han tomado los acontecimientos son como la primera vuelta de unas generales. Pedro Sánchez empezó la campaña viajando a Washington para entrevistarse en la Casa Blanca con el presidente de los Estados Unidos. El día que Joe Biden tomó posesión de la presidencia de su país, el Alcoyano eliminaba al Real Madrid en la Copa del Rey.

Sánchez volvió a España para incorporarse a la campaña electoral. En casi todas las ciudades por las que ha pasado para apoyar a los candidatos de su partido, el PP ha puesto fin a la hegemonía socialista. Aterrizó en Sevilla, ciudad de la que habló con Biden, tan cerca de Morón y de Rota, los dos Conservatorios del rock andaluz. En el feudo principal del socialismo el PSOE vivió su particular maracanazo. En la patria chica de Felipe y Guerra, de Yáñez y Escuredo, de Borbolla y Manolo del Valle, del grupo de Bloomsbury del socialismo de Suresnes. La foto de la tortilla se ha convertido en un plato de huevos rotos. Y de Sevilla, la senda del AVE, a Puertollano, mi pueblo, donde los socialistas llevaban ganando de forma ininterrumpida desde hace 44 años. Fue el lugar donde anunció la bagatela del cine a dos euros los martes para mayores de 65 años. Y el único cine de mi pueblo, el cine Hermanos Ortega, cierra los martes. Ayer no pudieron ver 55 días en Pekín.

Puertollano es como un Ohio de las elecciones generales. Un sitio obrero, el faro industrial de La Mancha en la propaganda del desarrollismo; el equipo minero, epíteto para el heroico Calvo Sotelo, lugar donde hasta el franquismo legitimaba el proletariado con el tríptico de las piscinas de ingenieros, de empleados y de obreros, que era la única de dimensiones olímpicas. Mi pueblo era lo que decían las crónicas de antaño un valladar inexpugnable, un Ferraz con petroquímica, pero apareció el Inefable y hasta los indecisos se decidieron. El PSOE también ha caído con el Alcoyano, pero en este equipo en lugar de echar al entrenador dejan sin trabajo a los jugadores.

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