Pudo ser la jornada decimoquinta pletórica, como de cantar bingo por el fútbol según Sevilla, pero entre Vinicius y el VAR la dejaron en línea. La línea que cantó el Betis mediante un enorme segundo tiempo ante el Levante con un triplete goleador a cargo del malagueño Juanmi, que de vivir sobre puntillas durante dos temporadas salió vitoreado en la inolvidable velada del primer domingo de Adviento que escenificó el santuario bético.

La remontada bética fue la cara de una jornada que tuvo su cruz en ese artilugio que no deja de arrojar sospechas sobre el fútbol. Nos repetimos más que el ajo, pero un elemento creado para la corrección de errores se está poniendo bajo sospecha, sobre todo por el numeroso apartado de inhibiciones. Hacía tancredismo el sábado en Villarreal dejando impune un enorme paradón de Piqué y compensaba al madridismo no advirtiendo al árbitro de la zancadilla a Ocampos.

Hoy por ti y mañana por tu rival se dirían en la sala VOR para que el cabreo madridista por lo ocurrido en La Cerámica se compensase con el que recibirían los culés por la zancadilla de Alaba que quedó impune. Lo cierto es que las incongruencias del VAR son el pan nuestro de cada jornada y eso está haciendo que la credibilidad del fútbol vaya menguando. Y quien en un lugar más destacado de esa curva ascendente de la falta de credibilidad está es el estamento arbitral.

En cuanto al fútbol en puridad hay que destacar el enorme primer tiempo del Sevilla en la Castellana y cómo levantó el Betis un partido que se le puso pronto en desventaja por la enésima muestra de debilidad de su sistema defensivo. Una jornada que debió redondearse, pero que iba a quedarse a la mitad, la que cayó por Heliópolis. ¿Se normalizará algún día la labor correctora del VAR? Conviene que no se deje para mañana lo que pueda hacerse hoy, que ya está bueno lo bueno.