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Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

A la Virgen de las Mercedes (y II)

Agradeciendo los homenajes, hoy estará más a gusto en su barrio, en su casa, junto a su Hijo y sus hijos de diario

Terminaba ayer contándoles el tira y afloja con la autoridad eclesiástica que, tras varias denegaciones, aprobó las reglas de Santa Genoveva en octubre de 1956. Y cómo la Virgen de la Mercedes ya estaba allí, antes de que se redactaran las reglas y naciera la Hermandad, como inspiración, advocación e imagen primera.

Poco después de la reunión de abril de 1956 en la que los hermanos fundadores convocaron a los vecinos para iniciar la redacción de las reglas había que decidir las advocaciones de las sagradas imágenes titulares. La primera no precisó de mucha discusión. Un día apareció en la parroquia un cartelito escrito a mano por el rector, don Julio Rodríguez La Horra, que decía: "Limosna para la Hermandad de Nuestra Señora de las Mercedes". No había más que decir. Si la Redentora de Cautivos iba a ser la Madre de la Hermandad, su Señor no podía ser otro que su Hijo Cautivo.

Se hizo el encargo de las imágenes al jovencísimo Paz Vélez que tenía su taller junto al Postigo por el que cada Lunes Santo pasan el Cautivo y la Virgen de las Mercedes como si visitaran su casa natal y el 12 de septiembre -siempre el septiembre mercedario- llegó la Virgen de las Mercedes a su barrio, pasando su primera noche en la casa de don Antonio Lerate Santaella, donante de la imagen y futuro primer hermano mayor de la aún no nacida corporación. Llegó así un mes antes del nacimiento canónico de la Hermandad, tres antes del primer cabildo de elecciones y cinco antes que el Cautivo. ¿Comprenden ahora por qué desde entonces hasta hoy la Virgen de las Mercedes es el secreto de la más íntima devoción del barrio?

En las hermandades de barrio hay dos categorías: los que son de allí por nacimiento o familia, aunque después la vida los lleve lejos, y los que no lo somos. Para estos últimos, manda el Cautivo. Para los que son de allí, manda la Virgen de las Mercedes. Eso sí, lo hace como la Virgen siempre mandó desde las bodas de Caná, ordenando con dulzura "haced lo que Él os diga". De estas palabras dijo San Juan de Ávila: "¡Qué breve sermón, más muy compendioso! Aquí la Santísima Virgen predicó tanto como Isaías, San Pablo y San Lucas, y todos los apóstoles y profetas juntos". Así manda la dulce, sencilla y querida Virgen de las Mercedes, tan de los más suyos que, agradeciendo los homenajes recibidos anteayer y ayer, hoy, seguro, está más a gusto en su barrio, en su casa, junto a su Hijo y a sus hijos no solo de puntuales efemérides, sino de diario.

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