En el adiós a un amigo entrañable

Ejercía de castellano viejo, pero se bebía los vientos por Sevilla y sus cosas, esas cosas que forman indeleblemente sus señas de identidad. Alfredo Flores se nos ha ido sin avisar y eso es una faena imperdonable cuando procede de un amigo como él. Caballero a carta cabal se rodeó de un cariño incondicional a pesar de haber desempeñado durante varios lustros el papel de malo de la película. Fiscal general en un tiempo donde asomaba la punta de ese gran iceberg que es la corrupción de políticos, demás parientes y afectos con el caso Juan Guerra de mascarón de proa. Y entre casos y casos, aquel desgraciado asunto del Arny en el que tanto daño sufrió su compañero en la judicatura, Rico Lara. Aficionado a los toros y, por ende, partidario de El Viti, fue hermano mayor de San Gonzalo y me tocó glosarlo el pasado mayo en el Alcázar. Descansa en paz, Alfredo, amigo.