La aldaba
Carlos Navarro Antolín
Tablada, zona libre de pelotazos
Hubiera sido tebeístico, una incongruencia más de las que se nos regaló durante el estado de alerta o de alarma, yo qué sé. Había quien tenía previsto este sábado estar en la calle hasta las once, hora en el que entraba en vigor el toque de queda, hacer un receso domiciliario y a las doce, hora en que las brujas se montan en sus escobas, volver a la calle. Una anormalidad más en ese estado de nueva normalidad que de normalidad tenía lo que yo sé, absolutamente nada. Pero al adelantarse a ayer la abolición del toque de queda, nada de eso tenía sentido y el personal se lanzó a la calle sin hora de caducidad. Me tocó vivir el viernes la prisa por volver a casa en hora, lo que logré sobre la bocina, y había que ver cómo bajaban los coches del Aljarafe para no caer en fuera de juego. Cuánto coche, qué prisas, ríase usted de cualquier Operación Retorno a la vuelta de las playas.
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