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Opinión

Francisco / Conde

La afición más estoica del mundo

LA frenética realidad del Betis vuelve a remarcar uno de los rasgos más genuinos de su cuerpo social: su condición estoica de la vida. El estoicismo es fortaleza de carácter y entereza ante las adversidades, aunque también una imperturbable aceptación a lo que depare el destino. En el dulce pecado del sentimiento va la penitencia de un singular estilo de sufrir y de aguantar. Esto no es nuevo. Pero el beticismo (recordando a Séneca) lleva ya varios cursos con sobresaliente cum laude en estoicismo, que además rima con masoquismo.

Gordillo lo dijo el otro día: "Los béticos llevamos sufriendo mucho tiempo". Al desahogo colectivo del "vete ya" se unió el trabajo de un grupo ejemplar de béticos comprometidos e inasequibles a las insidias y a las presiones más variopintas. Pero ha tenido que ser una admirable juez de instrucción (ella sí que merece un busto) la que empiece a sacarle las castañas del fuego a una afición tan paciente. Ahora ya no hay excusas que valgan. Hasta les ha señalado el referente, el Teseo del Polígono para que, investido de mucha calma y prudencia, se meta en el intrincado laberinto que es el Betis actual. A ver qué encuentra dentro.

De entrada, toda la unión que obtenga será poca. Porque deberá bregar con algunos notables que pregonan unidad y luego son los que menos la practican, y con los que juegan a varias barajas, los cuales por ambición intentarán enredarlo en beneficio propio. Lo suyo, además, es que los grupos opositores se reduzcan a uno, aunque esto sea secundario. Lógicas ilusiones aparte, el complicado pulso que se avecina pasa por la exasperante lentitud de una justicia garantista, las tácticas dilatorias de los abogados a sueldo y el desconocimiento de lo que atesora el inefable búnker custodiado por el guardián.

Tantas veces le dijeron al accionista in-péctore que delegara en profesionales que, al verle las orejas al lobo, decidió lanzar la enésima cortina de humo y sacar a escena a quien Saramago llamaría el hombre duplicado. Un sujeto que es un émulo del personaje, que hace lo mismo pero atrae para sí los focos. Mientras tanto, en la sombra, el del busto prepara su defensa a conciencia, esperando que la justicia voltee la situación a su favor. Experto en ganar tiempo, está convencido además que los que le critican son unos desagradecidos.

Otro mensaje que suena también a estoicismo es "este señor lo que quiere es trincar el dinero e irse". No se equivoquen. La verdad del cuento es que a este señor le ha perdido ser un ególatra ávido de notoriedad. Soñó para sí el apoyo que concita Gordillo y ser aclamado como el gran presidente salvador. Y, por tanto, se enrocará en su pecado capital e intentará resistir hasta el final. Hace tiempo que el Betis pasó a ser su burladero particular.

Por eso, la catarsis verdiblanca encargada a Gordillo (que cuenta con gente preparada, legal y leal) necesitará como nunca el empuje de muchos y todos en la misma dirección. El beticismo, como el currismo, es proclive a claudicar en tardes de vítores, pero esta vez no debe perder la memoria colectiva. Para que el esfuerzo no sea estéril, es necesaria una reflexión interior de cada bético consigo mismo, tratando que los sentimientos convivan de buen grado con la razón. Las jóvenes generaciones de béticos, además de aprender estoicismo contemplativo, merecen un legado mejor.

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